
‘Adolescencia’, el desgarrador drama familiar
‘Adolescencia’, el desgarrador drama familiar del que todo el mundo habla
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Es la sensación del mes. Ese tipo de serie que se convierte en un fenómeno desde el momento mismo de su estreno. Pero, ¿por qué?
Adolescencia es una miniserie británica de cuatro episodios dirigida por Philip Barantini, realizador de Acusado, Boiling point o The responder, thrillers de diferente calado en los que se ve ya un dominio técnico que en la serie que nos ocupa halla unas cotas de virguería y calidad que llaman poderosamente la atención. La protagonizan Stephen Graham, a quien Barantini ha dirigido en media docena de ocasiones, y Christine Tremarco, en el papel de padres; Ashley Walters, en el de inspector de policía; Erin Doherty, en el de psicóloga y, por supuesto, Owen Cooper en el del joven adolescente en torno al cual gira toda la historia.
La ficción cuenta la detención de un niño de 13 años acusado de matar a puñaladas a una compañera de colegio. A lo largo de cuatro episodios de apenas una hora de duración se irán desentrañando algunas de las razones por las cuales el menor, que lo niega todo, podría haber cometido el brutal asesinato.
Son muchas las cosas que sorprenden de Adolescencia. La primera de todas es el planteamiento técnico con que está desarrollada y es que cada capítulo está realizado en un único plano secuencia con lo que la sofisticación técnica e interpretativa se duplica, pues todo está medido y coreografiado al milímetro hasta tal punto que uno tarda en darse cuenta de que no hay ningún corte, que la cámara va siguiendo uno a uno a los personajes de manera prodigiosa. La segunda es el modo en qué está compartimentada la información que recibimos, pues cada capítulo está centrado en un punto de vista en torno al terrible acontecimiento: la detención, el colegio, el acusado y la familia. Y la tercera, la más importante de todas, es la del trasfondo mismo de la historia que invita al debate, a la reflexión y a mirarnos a nosotros mismos como sociedad, como padres y como educadores.

Adolesencia
Muchos se estarán haciendo la pregunta: ¿Se puede ver con nuestros hijos? La respuesta parece casi obvia: Sí. Son muchos los temas que se desprenden de ella sin que la serie entre de lleno en ninguno, abriendo así las opciones a la reflexión de manera casi obligada. La soledad, los complejos, el miedo a no ser amado, las dudas, la inseguridad, las redes sociales, la presión del grupo, la violencia, la ira, la caridad o más bien la falta de ella, el perdón, la mentira, el valor, el silencio y, por supuesto, la tantas veces compleja adolescencia son los temas principales que se desprenden de ella. Temas que los adolescentes a partir de 14 años pueden entender perfectamente. Tal vez, incluso, mejor que nosotros.
La miniserie es brillante en todos los sentidos. Y es angustiosa. El guion estructurado en compartimentos cerrados y la manera inmersiva en que nos adentramos en este drama van de la mano a lo largo de los cuatro episodios en que sufrimos con cada personaje, en que vemos un montón de grietas sociales que comprendemos y tememos por igual. Pero lo que la hace una historia verdaderamente magistral es la humanidad de cada personaje, sobre todo ese padre y ese hijo llenos de verdad, de dolor, de miedos y de dudas. Las interpretaciones memorables de Stephen Graham -que ha coescrito el guion- y el joven y portentoso Owen Cooper se quedan horas clavadas en el corazón. Y se hablará de ellas durante años.
Adolescencia es una serie desgarradora, un zarpazo en el alma. Tan doloroso como necesario.