
Madeira / A. VIRI
Este es el destino ideal para Semana Santa: tiene el vuelo más rápido desde Euskadi y origen volcánico
Madeira, la isla de las flores, de apenas 57 km de largo y 22 de ancho, comparte nombre con el vino que Shakespeare mencionaba en sus obras
Más información: Porto y Vila Nova de Gaia, frente a frente pero no enfrentadas
La isla de contrastes
¿Y si realmente se puede tener todo sin necesidad de renunciar a nada? Ser, al mismo tiempo, célebre y cercana. Tener origen volcánico y vestir de verde intenso. Ser fresca y cálida. Ser acogedora y exclusiva. Culta y festiva. Relajante y activa. Ofrecer calma e incitar a la aventura. Soleada y resguardada. Pequeña y con enorme espíritu. Complementar las playas naturales de arena y piedras negra con artificiales arenales blancos. Acantilados de vértigo y sendas seguras. Estar ligada al agua y presumir de cimas. Olas asombradas del difícil equilibrio que guardan las casas al borde del abismo. Ser frondosa y pedregosa, porque esta isla no quiere prescindir de nada.
Todo y más es Madeira de la que nos separa esta Semana Santa un vuelo, con salida desde Vitoria, de apenas tres horas. Las plazas del único chárter de Soltour para el 17 de abril son limitadas.

Madeira / A. VIRI
Mucha más Madeira de la que imaginas
Madeira, la isla de las flores, de apenas 57 km de largo y 22 de ancho, comparte nombre con el vino que Shakespeare mencionaba en sus obras. Habitualmente ese vino acompaña los postres como remate a una buena comida.
Pero antes de llegar al postre está el menú principal que iniciamos en su capital, Funchal, donde brindar con poncha, licor a base de aguardiente o con nikita, que combina helado de piña, cerveza o vino blanco que en su versión sin alcohol se sustituye por brisa, el primer refresco de maracuyá. Hagámoslo por quienes han regresado a la isla tras emigrar, en buena parte a Venezuela, y ahora comparten memorias con quienes llegaron por casualidad y embelesados, se han instalado aquí definitivamente.
Seis siglos lleva siendo Funchal la capital de la isla, donde se concentra casi la mitad de la población del archipiélago. No todas las calles de la parte vieja, donde en la década de los 70 se destruyeron decenas de viviendas, son tan vistosas como la calle Santa María, en la que los estudiantes de bellas artes decoraron un total de 200 puertas dando nueva vida con colores a la calle más antigua de la ciudad, convertida ahora punto de atracción.
Vivos colores como los de las frutas y flores exóticas que se venden en el Mercado de Labradores, parada obligatoria en las rutas gastronómicas que continúan por el cercano centro de la ciudad para visitar la Fábrica de Santo Antonio, el obrador que más años lleva elaborando el tradicional Bolo do mel, dulce típico que debe su sabor a la miel de caña.

De los 256.000 habitantes de Madeira, 106.000 residen en Funchal / A. VIRI
Frutas, tés, chocolates, pastel de nata o poncha son algunas de las catas que se llevan a cabo en la ruta gastronómica. Pasear por las calles del centro permite encontrarse con bordadoras como María José, quien ha dedicado 45 de sus 55 años a dar puntadas en telas que se convierten en manteles, ropa de cama o en aquello que su imaginación decida.
Ella, a la que enseñó el oficio su madre quien a su vez aprendió de su abuela, pasa horas bordando ante las puertas de Bordal, única fábrica de bordados. A mujeres como María José y sus ascendientes, que encontraron en el bordado una manera de complementar los pingües beneficios que daban las tierras que trabajaban ante la ausencia forzada de sus maridos, está dedica la estatua de la céntrica Plaza Amarilla o Plaza de Colón.
Sobre la capital sobrevuelan las cabinas del funicular con las que llegar a Monte, barrio de Funchal a 550 metros de altura, donde está el santuario de Nuestra Señora del Monte, Patrona de la isla.
Sin embargo, la aparición de las RRSS ha convertido a Monte en lugar de peregrinaje para descender en una enorme cesta de mimbre por una pendiente de dos kilómetros que, hasta no hace tanto, los vecinos usaban para subir sin esfuerzo las viandas desde el centro de la capital. Son muchos quienes tampoco dejan pasar la ocasión de visitar el Jardín Tropical Monte Palace, un lugar increíble que es al mismo tiempo un museo.

Los Jardines de la propiedad, que primero fue residencia consular y después palaciega, pasan por ser unos de los más bellos del mundo. Mas de 100.000 especies de plantas conviven con llamativa ornamentación de la que disfrutan cisnes o pavos reales / A. VIRI
Admirar el paisaje desde lo alto
Mudas, dedicado al arte contemporáneo con varios premios internacionales, es sin duda un museo pero también un perfecto mirador desde el que admirar la costa y disfrutar de exhibiciones temporales de artistas portugueses como Lourdes Castro o Nuño Gómez Ferreira.
El viñedo Quinta do Barbusano, con vistas sobre el valle de San Vicente, es otro posible mirador en el que realizar catas, visitas guiadas y comer los tradicionales espeto y Bolo do Caco. Absolutamente espectaculares son Boca dos Namorados, a mil metros de altitud, en el municipio de Cámara de Lobos y Cabo Girão que se alza con el título de acantilado más alto de Europa y el segundo del mundo, un mérito que le permite cobrar tres euros de entrada.

Los miradores Namorados y Girao / A. VIRI
Madeira inolvidable
En la maleta no pueden faltar ni bañador ni ropa para caminar por la isla. La aventura más básica comienza en cualquiera de los senderos de las 28 PR que suman 3.000 km.
Accesible y muy demandada es la de Levada do Norte con un recorrido paisajístico en el que disfrutar con la diversidad de flora y fauna. Los más decididos se atreven con parapente, surf, buceo o rafting en lugares como el bosque de laurisilva de Ribeiro frío.
Pero incluso quienes solo deseen pasear enloquecerán al ver los colores de las xavelhas, barcas de pesca que en Cámara de Lobos aguardan la llegada de los pescadores, creadores de la poncha que les permitía entrar en calor mientras faenaban.
Winston Churchill adoraba la isla y amaba ese lugar, que inmortalizó en uno de sus cuadros. Separadas por 50 km los colores las casitas de Santana, seña de identidad de la isla, parecen haber sido decoradas por el mismo pintor de barcas. Sobre las vivas fachadas de madera pintadas en rojo, azul y blanco descansan inclinados tejados de paja.

Barcas / A. VIRI
Alojamiento
En Caniçal, recién inaugurado Dreams Madeira Resort, Spa & Marina, un pequeño pueblo, con capilla incluida, y casitas desde cuyos balcones se divisan tanto las Islas desiertas como las distintas piscinas de la propiedad, una de ellas comunicada con el océano.
Disponen de 366 habitaciones, muchas diseñadas para personas con movilidad reducida, y amplia gama de restaurantes. Desde el hotel parte un camino hasta la Vereda da Ponta de São Lourenço una ruta de tres km.

Hotel / A. VIRI
La Comida, una experiencia también fuera del hotel
Restaurante Noz: Funchal. Música en directo y cocina madeirense que combina tradición e innovación.
Restaurante Horta: Funchal. Incluido en la Guía Michelin. Ideal para darse un homenaje sin posibilidad de equivocarse en la elección.
Old Pharmacy: en Ponta do Sol, a escasos metros del mar. Recomendada su Alheira de caca.
Curiosidades
La lagartija es el único reptil de la isla.
Se cultivan un total de 17 variedades de plátanos.
Entre los pescados, el más solicitado es el pez de espada negro.
Pez cabra, elaborado con vino tinto cerveza negra, chocolate en polvo y azúcar, es el nombre del nuevo cóctel que se impone en la isla.
Con quien viajar esta Semana Santa
Soltour fletará desde el aeropuerto de Vitoria un vuelo chárter sin escalas con 100 plazas. La única salida desde el País Vasco será el 17 de abril. Cuatro noches de estancia en Madeira en un programa con diferentes propuestas de alojamiento. Venta en agencias de viaje.