En plena crisis energética y a las puertas de un otoño con precios por las nubes, los expertos ponen el acento en diferenciar entre lo que es una situación puntual extraordinaria, agravada por la guerra en Ucrania, que requiere principalmente fórmulas de ahorro, y la estrategia necesaria a largo plazo para elevar el peso de las renovables y descarbonizar la economía. Investigadores, Gobierno vasco y sector primario dan las claves sobre los pilares en que debe apoyarse ese trayecto hacia la meta de emisiones cero en 2050.
El peso de las industrias en transición
Uno de los inconvenientes para la economía vasca a la hora de reducir el CO2 es que cuenta con un elevado peso industrial y, con ello, miles de empleos dependientes de sectores en transición. Mikel González-Eguino, investigador de BC3 (Basque Centre for Climate Change), pone el acento en este punto y señala a actividades como la automoción, el refino de petróleo o las industrias de gran consumo, de gran tradición en Euskadi.
"El gran reto es ver esto como una oportunidad más que como un riesgo. La descarbonización abre oportunidades en el suministro de equipos eléctricos o baterías", señala González-Eguino, y recuerda que ya hay iniciativas en fase embrionaria de gran interés en Euskadi para reducir emisiones en grandes factorías, por ejemplo mediante el uso de hidrógeno verde en acerías o cementeras. Las propias industrias de gran consumo arrastran desde hace años problemas derivados de los costes eléctricos y vienen demandando soluciones estructurales más allá de cubrir con ayudas picos de precios como el actual.
El esperado acelerón de las renovables
"Sin duda es el gran factor que va a marcar la competitividad económica a futuro", sostiene el investigador de BC3 respecto a la necesidad de aumentar la capacidad de generación renovable. Euskadi tiene por objetivo lograr que en 2024 el 20% del consumo final de energía se genere con fuentes limpias, una meta que hasta poco parecía inalcanzable con los grandes proyectos eólicos estancados.
La guerra sin embargo ha obligado a poner este asunto en el primer punto de la agenda de los gobiernos y la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, anunció en julio una simplificación de los trámites para la gestación de nuevos parques eólicos, en línea con la posibilidad abierta por el Gobierno central. Esto abre nuevas expectativas para los promotores de parques en Euskadi como Iberdrola o Capital Energy, pero nadie quiere anticiparse a la hora de dar fechas. Sí parece que la docena de proyectos para generar energía con la fuerza del viento que esperan en rampa de salida podrían ver la luz a lo largo del bienio 2023-2024, como previsiblemente lo hará Ekienea, la que será la mayor planta fotovoltaica de Euskadi. Emergen también de la mano de la innovación proyectos como Demosath, concebido para hacer flotar aerogeneradores y lograr rentabilizar la potencia del viento en alta mar.
Movilidad eléctrica
Más de una tercera parte de las emisiones de CO2 se atribuyen al transporte. Urge el salto al vehículo eléctrico, pendiente desde hace años. En la memoria quedan fiascos anteriores como el Hiriko, el proyecto de coche urbano que no prosperó tras absorber cerca de 20 millones de euros en dinero público. En su apuesta por electrificar el parque móvil, el Gobierno vasco prevé inversiones de en torno a 2.000 millones de euros con este objetivo hasta 2030 de forma que el 16% del parque, el 50% de los autobuses urbanos y el 80% de la flotas de taxis sean eléctricos para ese año. Se trata de "objetivos ambiciosos", según señala en una entrevista en Crónica Vasca Alexander Boto, director de Ihobe.
También se propone duplicar el número de cargadores rápidos, uno de los obstáculos para el crecimiento de este sistema de transporte. En cuanto al precio, otro inconveniente hasta ahora para su proliferación, se estima que en unos cuatro años, en torno a 2026, los vehículos eléctricos de batería serán más baratos que los vehículos de combustión interna.
Por otro lado el impulso al vehículo eléctrico tanto en Euskadi como en España tendrá mucho que ver con cómo avance el proyecto de baterías en estado sólido Basquevolt. Una iniciativa que, si cuaja y logra producir baterías de este tipo a gran escala, va a abaratar de forma importante estos vehículos, además de incrementar su autonomía.
Reordenar y modernizar el sector primario
Ganaderos y agricultores viven su particular vía crucis por los elevados precios de los piensos, de los fertilizantes y de la energía y el transporte. Aitor De las Heras, de la cooperativa productora de fruta y hortalizas Garaia, dice que le preocupa la falta de agua, la factura de la luz y la escasez de ayudas, pero sobre todo pide "reordenar el sector" para hacerlo viable a largo plazo, así como facilitar inversiones que permitan modernizar las instalaciones. "Somos la única comunidad que frangmenta el sector en vez de apoyar la unión de cooperativas", señala.
El calentamiento global incide de forma desigual en los distintos cultivos, pero hay riesgos importantes. "Se espera que aumente el estrés térmico en los cultivos. Estas condiciones climáticas forzarán a las plantaciones a desplazarse latitudinalmente o bien, las que se queden en el mismo emplazamiento sufrirán un decremento en la salud. El previsible aumento de extremos climáticos ocasionará pérdidas en los cultivos", se recoge en la Estrategia de Cambio Climático 2050 del Gobierno vasco.
En cuanto a la ganadería, la pérdida de pastos perjudicará sobre todo al ganado vacuno. Los ganadores viven meses difíciles por los altos costes y están optando por sacrificar vacas para destinarlas a la producción de carne, debido a su buena cotización actual en los mercados, como explica Xabier Iraola, de Enba. Iraola huye de mensajes alarmistas y subraya que esas decisiones tienen más que ver con la situación actual de precios de la carne frente a la leche más que con urgencias económicas graves.
Garantizar el agua
La falta de lluvias este verano y la sequía que han vivido algunas zonas de Euskadi ha encendido las alarmas. "Es prioritario abordar el abastecimiento de agua, ya que según las proyecciones de cambio climático, los cambios en la precipitación y en la temperatura afectarían a la disponibilidad de los recursos hídricos con una disminución del caudal medio y probablemente con una mayor variabilidad estacional y mayor frecuencia de sequías hidrológicas", señala el plan del Gobierno vasco, que apuesta por "el diseño de nuevos indicadores y umbrales de sequía".
La escasez de lluvias ya está afectando a algunos cultivos (por ejemplo el kiwi, que demanda mucha agua, va a ser más pequeño de lo normal) y las previsiones es que lo ocurrido este verano vaya a más los próximos años. Este agosto ya han tenido que tomarse medidas puntuales por la noche en Urdaibai para asegurar el suministro, incluyendo el transporte de agua en barco, incluso se barajó extender este control a otros municipios.
I+D y aprovechamiento de residuos
Una pata esencial en la estratégia contra el cambio climático es la investigación, remarcan desde el departamento de Arantxa Tapia. Ya no solo en el desarrollo de nuevas formas de producir energía o de facilitar su almacenamiento, también en torno a todo lo que tiene que ver con dar nuevos usos a los residuos, lo que se llama economía circular. Más de 350 empresas vascas ya están trabajando en este terreno, explica Lakua, con iniciativas como la de Deydesa, para el acondicionamiento de combustibles alternativos para la industria productora de cemento, o Polielastic, para la creación de una red industrial para la economía circular en el sector de caucho.
El campo de la I+D avanza asimismo en la búsqueda de nuevas formas de generación de energía y ahí el gran protagonista es el hidrógeno limpio. El Corredor Vasco del Hidrógeno que encabeza Petronor cuenta con el apoyo de las instituciones vascas y medio centenar de empresas y está llamado a jugar un papel clave en la descarbonización de la economía vasca. Petronor ha iniciado ya la construcción del llamado hub de descarbonización, cuyo eje es una planta de fabricación de combustibles sintéticos a partir de hidrógeno verde que estará operativa en 2024.
Prevenir los riesgos y mejorar la eficiencia
Las medidas servirán para bajar la velocidad, pero el cambio climático no se va a detener. Atajar los riesgos climáticos como inundaciones, incendios, desprendimientos o subidas del nivel del mar con actuaciones concretas es otra de las prioridades. Se trata de "identificar, analizar y monitorizar las zonas y las infraestructuras más vulnerables, para a posteriori diseñar soluciones innovadoras".
Y, en el lado del consumo, y más aun en una coyuntura como la actual, se requieren medidas que incrementen la eficiencia energética y permitan un mayor ahorro. Eso tanto desde el punto de vista del consumo directo como de un mejor aprovechamiento de la energía con mejores aislamientos de las viviendas o el uso de electrodomésticos y equipos más eficientes.