Los fundadores de Solarpack comparten con la plantilla parte de los beneficios de la venta a EQT
El núcleo directivo de la compañía, conformado principalmente por la familia Galíndez, una de las sagas empresariales más destacadas del País Vasco, ha obtenido cerca de 400 millones de euros en la operación
12 diciembre, 2021 05:00El empresariado vasco siempre ha hecho gala de carácter y compromiso, personas forjadas en un clima de trabajo y esfuerzo que, además, durante mucho años tuvieron que hacer frente al terrorismo. Una serie de elementos que, junto a la cultura y valores de la sociedad en la que se desenvolvían han sido reivindicados como un elemento diferencial, como algo en lo que basar un modelo de empresa fundamentado en el esfuerzo, la aportación de valor y no tanto en el oportunismo o la especulación. Aunque en medio de la globalización y la industria 4.0 la homogeneización también ha llegado al sector, se siguen encontrando gestos a los que no obliga la ley y que revelan un compromiso diferente.
Es el caso ocurrido en Solarpack, tras protagonizar la operación corporativa en el ámbito industrial más importante del año en Euskadi después de la venta de ITP Aero. La dirección de la empresa fotovoltaica ha decidido repartir un 'extra' entre toda la plantilla, una vez cerrada la venta. La familia Galíndez y los fundadores de la empresa han vendido la compañía de diseño, construcción, mantenimiento explotación de estaciones fotovoltaicas por algo más de 800 millones de euros al fondo sueco EQT. La operación ha supuesto una tremenda rentabilidad para los accionistas, que compraron su participación a un precio de 9,6 euros y han vendido a 26,5 euros. En la operación José Galíndez, vicepresidente de la compañía contaba con un 40% del accionariado y el consejero delegado y también fundador, Pablo Burgos, con un 8%, con lo que han obtenido cerca de 400 millones de euros en la venta.
Según ha podido confirmar 'Crónica Vasca' la empresa ha repartido un 'bonus' extraordinario en el cierre de año entre la plantilla de la compañía como un gesto de agradecimiento por el trabajo realizado y en un deseo de 'repartir la cosecha' como se diría en los términos de gestión de la 'empresa horizontal'. Un detalle que evidencia que la venta a EQT no se reduce a un movimiento especulativo, sino a un refuerzo en la capacidad de Solarpack para afrontar una inversión de entre 1.500 y 2.000 millones para dar respuesta a desarrollos de instalaciones de hasta 8 GW hasta 2026. Galíndez y Burgos, seguirán en el consejo y en la dirección de la compañía que ha sido escogida por los suecos para centrar toda la actividad en energías fotovoltaicas, que contempla compra de otras compañías y dejar de cotizar. De momento, el acuerdo de la OPA contiene un compromiso de no tocar la plantilla, ni la sede de Getxo (Bizkaia) durante los próximos 12 meses.
La decisión cobra valor simbólico cuando, además, José Galíndez acaba de ser nombrado este otoño presidente del Círculo de Empresarios Vascos, uno de los órganos de representación de la empresa vasca más importante en Euskadi. Según fuentes empresariales consultadas por 'Crónica Vasca' y que tratan con frecuencia con los directivos de la compañía, se trata de un gesto que no sorprende dado su carácter y modo de trabajar.
Ángel Galíndez, el origen de la saga
La familia Galíndez ha sido una de las sagas más importantes de la 'Neguri empresarial' y con un un fuerte compromiso con estas ideas. Angel Galíndez, padre de José Galíndez, era, como el mismo se presentaba "natural de Abadiano", un ingeniero que impulsó Iberdruero, el germen de Iberdrola, y miembro del consejo de administración de Altos Hornos, entre otras compañías. Fue una parte importante del Banco Vizcaya, del que fue presidente cediendo el testigo a Pedro Toledo en los convulsos tiempos de la fusión con el Banco Bilbao con José Ángel Sánchez Asiaín.
Galíndez, a pesar de su patrimonio reivindicó siempre austeridad como modo de vida y, de hecho, señalaba que "me bajo el sueldo cada vez que un hijo mío se casa", en referencia a que la unidad familiar perdía una persona que se independizaba y, por lo tanto, los gastos se reducían.