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El acero fía al hidrógeno y a la automoción su salvación ante la crisis energética

La siderurgia vasca apuesta por producir menos pero de más resistencia para optar a renovables y afianzar clientes que demandan acero especial

29 mayo, 2022 05:00

Euskadi es la región europea número 93 en innovación de un total de 240, una posición noble que mejora con los años. Bruselas considera a la economía vasca un "polo de excelencia" en este campo con una docena de empresas al frente entre las que están algunas de las grandes acerías. La siderurgia, una de las industrias más tradicionales, ha tenido que reinventarse para sobrevivir a la competencia china en primer lugar y, ahora, para hacer frente a la crisis energética y capear los altos costes eléctricos. Otro dato revelador de la nueva cara del acero vasco: casi todos los grandes grupos del sector forman parte del consorcio que acompaña a la gestación del Corredor Vasco del Hidrógeno.

Descartada al menos por ahora la vía de la fusión que suele poner sobre la mesa el presidente de Sidenor, José Antonio Jainaga, las acerías vascas salen de la crisis de la covid si cabe más decididas a abrir su horizonte para mirar a un producto más especializado. Menos toneladas y de más calidad, ese sería el resumen de la última comperecencia del CEO de Tubacex, Jesús Esmorís. El fabricante de tubos con sede en Llodio quiere reducir la dependencia del oil&gas, su negocio de siempre y que representaba hasta hace poco el 80% de sus ventas, para encarar nuevos retos tanto en el ámbito energético, en especial el hidrógeno, como en otros sectores. Está ya en el mundo de la aeronáutica, en concreto fabricando tubos de alta resistencia para los motores de avión, y también en automoción, farmacéutica o alimentación.

El otro gran fabricante vasco de tubos, el grupo Tubos Reunidos, encara un trayecto paralelo ante el gris escenario en que se maneja el oil&gas. La calidad implica sobre todo resistencia a la presión, la corrosión y la temperatura, aunque también cuentan otros factores como el peso, y las tuberas deben innovar para ofrecer productos punteros que puedan acceder a nuevas fuentes de energía como es el caso del hidrógeno. No es casualidad que Arcelor Mittal, Sidenor, Nervacero, Tubacex y Tubos Reunidos (solo faltaría entre las grandes Olarra) hayan integrado desde su origen la Asociación del Corredor Vasco del Hidrógeno, el gran proyecto de Euskadi a nivel energético para esta década. Precisamente este elemento requiere de un tratamiento especial y materiales específicos para su almacenamiento y transporte, lo que supone una oportunidad para los fabricantes de tuberías.

Igual que Tubacex, Tubos Reunidos ya declara en su plan estratégico para los próximos cinco años que va a hacer fuertes inversiones tras recibir 113 millones del Estado para lograr nuevos materiales y encaminarse a las renovables. El gran paso en ese camino será la constitución de una única acería de grupo en Amurrio que contará con fuertes inversiones en tecnología, cerrando la actual de Sestao. La antigua Productos Tubulares estará enfocada en la fabricación con nuevos materiales.

La carrera por la automoción

Sidenor por su parte cerraba el año pasado un paquete de inversión en innovación tecnológica en sus instalaciones de Basauri de 130 millones de euros. Se completaba así un proceso de cinco años que arranca cuando el fabricante de acero especial vuelve a manos del equipo directivo que encabeza Jainaga en 2016. En esta nueva etapa reforzar la unidad de I+D ha sido una de las prioridades de la empresa vizcaina, muy asentada en el sector de automoción, que demanda piezas pequeñas muy resistentes y por ello fuera del radar de las fábricas chinas.

Ahí puso el punto de mira también Arcelor Mittal a la hora de construir un nuevo proyecto en la ACB de Sestao tras una larga parada en 2016. La fábrica vizcaina tuvo que reorientarse también, de la mano de un nuevo centro de investigación, hacia aceros de mayor resistencia para lograr hacerse un hueco en la automoción. La multinacional angloindia tiene además plantas en Etxebarri, donde produce hojalata para alimentación, y Bergara y Olaberria, donde hace productos largos para construcción.

Las fábricas del grupo Celsa en Euskadi, la vizcaina Nervacero y la antigua Laminaciones Arregui, ahora Celsa Atlantic (con plantas en Vitoria y Urbina) aguardan esperanzadas a que el rescate que prepara la Sepi, el más voluminoso de todos los que ha concedido el Gobierno de Pedro Sánchez con el fondo activado por la covid (550 millones de euros) pueda servir de acicate también para acometer nuevas inversiones en tecnología que abaraten procesos y permitan acceder a nuevos clientes. Nervacero fabrica aceros corrugados para construcción, principalmente, y Celsa Atlantic tubos de acero soldado. La presencia del grupo catalán en varios proyectos en España ligados al hidrógeno anticipa que la compañía tiene en mente también ese salto a nuevas fuentes renovables una vez estabilice su situación financiera.

En cuanto a Olarra, la acería de Loiu también afronta con éxito esa transición hacia aceros inoxidables de alta gama y ha superado la pandemia sin contratiempos pese a los altos costes eléctricos. La empresa del grupo italiano Rodacciai cuenta con clientes consolidados, principalmente en Europa.