Las direcciones de PNV y ELA llevan años cruzando reproches, pero la complejidad política en España ha querido que ambas organizaciones, hermanas en su día, acaben sumando fuerzas con un objetivo común. La larga pelea que ha encabezado en los últimos años el sindicato mayoritario en Euskadi desemboca en una modificación del Estatuto de los Trabajadores con el sello del PNV para asegurar la aplicación de los convenios vascos.
Lógicamente cada parte barre para casa y se atribuye para sí el triunfo, aunque de fondo la sensación es que partido y sindicato, pese a las diferencias, se siguen necesitando. Si ELA lanzaba en las calles la consigna 'no nos vendáis en Madrid' (en referencia a PNV y EH Bildu y las negociaciones en material laboral y de pensiones con Pedro Sánchez), los nacionalistas supieron hacer suyo el frente de los convenios y optaron por recoger el guante ya en las negociaciones de la última reforma laboral, de la que se desmarcaron precisamente por no incluir una referencia al ámbito de negociación autonómico.
La inclusión de la prevalencia de los convenios vascos sobre los de aplicación en todo el ámbito estatal en el acuerdo de investidura PSOE-PNV, materializado con el visto bueno del consejo de ministros a la modificación del artículo 84 del Estatuto de los Trabajadores, terminó de convencer a ELA de que el PNV iba en serio. La central de Mitxel Lakuntza ha reconocido que se trata de "una gran victoria" de los trabajadores vascos, lo que no deja de ser una excepción en sus posiciones críticas en relación al ámbito político.
No se ha mostrado igualmente satisfecha la dirección de LAB. Con un ideario también muy sensible con los ámbitos locales de negociación, la central afín a la izquierda abertzale habla de "luces y sombras" en el decreto que da prioridad aplicativa a los convenios autonómicos. La diferencia en el tono, más allá de matices legales, es un indicador de que no todos los agentes en Euskadi comparten la forma en que PNV y ELA han llevado las riendas del proceso.
Más de una década de "estatalización"
Aunque ha perdido cierta relevancia política y mediática en los últimos años, el choque de ámbitos negociadores ha sido una cuestión de primer orden para los agentes sociales vascos, incluso ha tenido repercusiones directas en algunos trabajadores. En 2010 el Gobierno central de José Luis Rodríguez Zapatero dio un primer toque a los convenios vascos, que quedaron al descubierto definitivamente con la reforma laboral de Mariano Rajoy de 2012.
En los años siguientes Euskadi hizo mucho por sostener a nivel legal su marco laboral (básicamente convenios provinciales) y la realidad es que la pérdida real de acuerdos fue mucho más suave de lo que se temía. Fue clave el acuerdo a cinco bandas (Confebask, ELA, LAB, CCOO y UGT) en 2017 para poner sobre el papel lo que ahora a grandes rasgos viene a refrendar el Estatuto de los Trabajadores, que todo convenio negociado en Euskadi está por encima de lo que se firma en Madrid.
Pero la cruzada de ELA ha ido mucho más allá, en ocasiones con la compañía de LAB y otras veces en solitario. La central mayoritaria abrió una campaña legal para denunciar convenios estatales que 'pisaban' competencias, llegando a llevar alguno incluso a la Audiencia Nacional, además de mantener viva en las calles esa lucha contra "la estatalización" de las condiciones laborales.
Mucho más que convenios
La realidad es que el dónde se negocia no es, en este caso, una cuestión menor. Los convenios vascos arrastran condiciones de trabajo de media mejores que en otras comunidades autónomas, pero es que de fondo está en juego el propio papel de las organizaciones territoriales, no solo sindicatos (ELA y LAB, principalmente) también las patronales.
Ejercer de interlocutores en las mesas de negociación es la principal razón de ser de Adegi, SEA y Cebek (que integran Confebask), que por su parte han mantenido siempre una posición favorable a retener los convenios en el País Vasco. Lo demostraron con hechos al firmar ese acuerdo interprofesional en 2017.
Y eso pese a la postura mayoritaria en la 'casa grande', la CEOE, que pide cambios en la negociación colectiva en la dirección contraria ante la presión de algunas patronales sectoriales con negocios en varias comunidades autónomas y que ven un problema en los altos costes laborales de Euskadi. De alguna forma conservar el núcleo de negociación laboral en las empresas vascas, en un mundo conectado como el actual y plagado de multinacionales, es remar contracorriente.
Y surge en ese sentido un movimiento relevante en los últimos días como es el de CCOO-Euskadi, que pese a valorar positivamente el acuerdo PSOE-PNV para blindar el marco vasco (las direcciones de CCOO y UGT en Madrid han criticado que esta medida no se aborde en el diálogo social) apuesta ahora por subir un nivel, superar el convenio provincial y negociar para toda la comunidad autónoma (ya hay un puñado de sectores que negocia a este nivel, como las ikastolas o los centros de enseñanza concertada).
Señala la central de Loli García que este formato limaría desigualdades entre Bizkaia, Gipuzkoa y Álava y evitaría "la atomización" de sectores "con el único fin de obtener rentabilidad afiliativa", en clara alusión a ELA.