Una madre aplica un nebulizador para diluir la mucosidad del bebé / QUIRÓNSALUD

Una madre aplica un nebulizador para diluir la mucosidad del bebé / QUIRÓNSALUD QUIRÓNSALUD

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Mocos en niños: todo lo que padres y madres deben saber

Aunque no siempre son un motivo de alarma, sí son una señal que merece atención. Saber interpretarlos puede marcar la diferencia entre un simple resfriado y un problema respiratorio serio

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Los mocos infantiles son, en realidad, una herramienta defensiva que el cuerpo utiliza para protegerse de las amenazas del entorno. Cuando un niño se expone a virus, bacterias o alérgenos, su sistema inmunológico responde produciendo esta sustancia viscosa que, aunque incómoda, cumple funciones esenciales: atrapar partículas nocivas, mantener húmedas las vías respiratorias y facilitar la expulsión de patógenos. Por eso, ante un resfriado común, es habitual que los niños presenten secreción nasal como parte del proceso de recuperación.

Aunque suelen ser inofensivos, los mocos no deben subestimarse. Es importante observar su evolución y el comportamiento del niño. En muchos casos, la congestión desaparece por sí sola, pero en otros puede enmascarar una afección más seria. La línea entre lo normal y lo preocupante no siempre es clara, por eso conviene estar atentos a ciertos síntomas clave que podrían indicar complicaciones.

 

Signos que deben hacernos actuar

Cuando los mocos dificultan la respiración de un bebé, su capacidad para alimentarse también se ve afectada. Al no poder coordinar bien la succión con la respiración, tanto con pecho como con biberón, el niño puede mostrar señales de agotamiento o irritabilidad. Si, además, notamos una respiración acelerada, el uso evidente de los músculos del abdomen o el marcado de las costillas al inhalar, es momento de acudir a un servicio médico.

La doctora Raquel Fernández, jefa del Servicio de Pediatría de Quirónsalud Bizkaia, recomienda no esperar si no se dispone de atención pediátrica inmediata: "Cuando un bebé tiene dificultades respiratorias evidentes, es mejor actuar pronto". 

Cómo aliviar los mocos en casa

En los primeros años de vida, los niños no son capaces de expulsar la mucosidad por sí mismos. No tienen fuerza suficiente para toser con eficacia ni para sonarse la nariz, lo que puede aumentar la sensación de malestar. Por suerte, existen recursos eficaces y seguros para ayudarles. Uno de los más utilizados son los lavados nasales con suero fisiológico o hipertónico, que permiten hidratar y ablandar la mucosidad, facilitando su expulsión de forma natural.

Otra herramienta útil, cada vez más presente en los hogares con niños pequeños, son los nebulizadores. Estos dispositivos convierten el suero en vapor, lo que humedece las vías respiratorias altas y bajas, ayudando a movilizar la mucosidad más espesa. Son especialmente útiles en casos de congestión intensa o persistente, ya que mejoran la respiración y el descanso del niño sin necesidad de medicamentos.

El equilibrio entre la calma y la vigilancia

La mayoría de las veces, los mocos no son motivo de urgencia. Pero si se presentan junto a dificultades respiratorias, problemas para dormir o alimentarse, o signos visibles de fatiga, no conviene ignorarlos.

Conocer el comportamiento habitual del niño es clave para detectar cuándo algo no va bien. Y, mientras tanto, aplicar las medidas básicas de alivio puede hacer una gran diferencia en su bienestar y en la tranquilidad de toda la familia.