Cómo recordar a un asesino y aplaudir ese gesto sin consecuencias
Tenemos ya dicho y repetido aquí que la deslegitimación del terrorismo de ETA es una asignatura pendiente en Euskadi. Porque hay quienes a menudo legitiman esa violencia con sus palabras, hechos y omisiones. Acabamos de vivir algunos ejemplos que no por esperados dejan de ser preocupantes.
Este domingo, tras ganar la Bandera de la Concha, el remero Iñaki Goikoetxea, capitán del equipo Urdaibai (prodecente de Bermeo), se acordaba de "los que no están", en referencia a los presos de la banda terrorista, con una mención especial al etarra Iurgi Garitagoitia, condenado por el asesinato de Ignacio Uría Mendizabal en Azpeitia en 2008.
Poco después, el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, agradecía y aplaudía el gesto del remero Goikoetxea. Y destacaba el compromiso de este último con el recuerdo de "los presos políticos vascos". Por si alguien lo ha olvidado, quien hace estas afirmaciones lidera el segundo partido más votado en esta tierra.
Precisamente Otegi reivindicaba el mismo día el nefasto Pacto de Lizarra/Estella, que hoy cumple 25 años y que a juicio del probable candidato a lehendakari debiera ser todavía el camino a seguir para los nacionalistas. Quizás es que algunos, pese al cambio de estética y de discurso, siguen donde estaban hace dos décadas y media... ¿En el homenaje, la justificación y el amparo a los terroristas?
Con todo, en este caso lo de Otegi no sorprende. De hecho, hace un año ocurrió exactamente lo mismo, con idénticos protagonistas y con recuerdo y aplauso también similares. Y hoy como entonces asociaciones como Covite y la Fundación Buesa ponen el grito en el cielo. Y todos los partidos les acompañan en su justa denuncia.
Pero, asimismo, la realidad, cruda pero tozuda, es que no pasa nada. No hay consecuencias por hechos tan graves. Ahora que por fin en el deporte se persiguen los gestos inapropiados está claro que nadie va a sancionar a un deportista por rememorar a terroristas. Ahora que se acercan elecciones parece obvio que nadie va a penalizar en las urnas a un político que aplaude semejante comportamiento. Como si esta legitimación de los miembros de ETA fuera normal. Como si esta forma de recordar a los verdugos fuera aceptable.
Deslegitimar el terrorismo incluye, claro está, combatir este tipo de cosas. Si no se lucha contra ello, triunfan la desmemoria y la impunidad. Y en ese contexto no podemos extrañarnos de que este fin de semana en Hondarribia dos jóvenes de 17 y 19 años portasen una ikurriña que incluía el lema "Gora ETA militarra" o de que en Eibar otros individuos atacasen una caseta del PSE.
Ya no tenemos terrorismo, es cierto, pero seguimos teniendo un grave problema de convivencia.