La ley del cambio
Por fin. Si no hay una hecatombe que lo impida, vamos a tener en Euskadi una Ley de Cambio Climático antes de que vayamos a elegir el nuevo Parlamento vasco. Hace poco más de una semana, los tres principales partidos vascos, los 2 del gobierno (PNV-PSE) y el principal de la oposición (Bildu) llegaban a un acuerdo para sacar adelante esta nueva normativa tan necesaria como urgente para poner un marco jurídico y legal al principal desafío de la sociedad actual. Se suele decir que nunca es tarde si la dicha es buena, así que vamos a dejar de lado la lentitud del ejecutivo autónomo para alumbrar este proyecto de ley y nos vamos a centrar en la enorme oportunidad que supone su puesta en marcha para acelerar el proceso de descarbonización de nuestro territorio y dar un giro de 180 grados a las prioridades de nuestra industria, en particular, y nuestra economía en general.
Siguiendo la estela marcada en la pasada COP de Dubai, la nueva Ley de Transición Energética y Cambio Climático vasca pone fechas a esa hoja de ruta para conseguir ser un territorio climáticamente neutro. La primera, predicando con el ejemplo, es liquidar todas las inversiones en hidrocarburos del Gobierno vasco antes de 2030. Menos de 6 años para abandonar definitivamente ideas tan cuestionables como la de explotar un pozo de gas en Subijana, a las afueras de Vitoria-Gasteiz. Hasta hace poco, el departamento que dirige la consejera Tapia seguía manteniendo un litigio con el Ayuntamiento de la capital alavesa por denegarle la licencia para explorar ese gas.
Está claro que la realidad es tozuda, por más que el máximo responsable de una multinacional petrolera con sede en Euskadi se empeñe en decir lo contrario, los combustibles fósiles y todos los proyectos relacionados con ellos forman parte del pasado y la obligación, tanto de del sector público como del sector privado, es construir un escenario que aporte soluciones reales a una transición energética que posibilite las 0 emisiones. Cuanto antes lo asumamos todos, antes podremos alcanzar consensos mayoritarios para transformar radicalmente nuestro modelo económico y seguir siendo competitivos en un mercado global.
Los combustibles fósiles y todos los proyectos relacionados con ellos forman parte del pasado
Esta hoja de ruta propuesta por la nueva ley culminaría en 2050 con el objetivo de que Euskadi se convierta en un país sin emisiones de CO2 a la atmósfera. Son muchas las iniciativas que se tienen que poner en marcha o reforzar para conseguir esta ambiciosa meta. Sin duda alguna, una de las más importantes es multiplicar exponencialmente la producción de energías renovables, hasta llegar a que en 2030 el 32% de la energía consumida en la CAPV provenga de este tipo de explotaciones. Esto implica la construcción de más instalaciones, tanto eólicas como solares. Una buena noticia para sus desarrolladores que también tendrán que poner su granito de arena pagando un canon a partir de enero del año que viene por cada instalación, que será destinado a compensaciones medioambientales o sociales en los municipios donde se ubiquen. Sin embargo, el objetivo final es tan ambicioso que no bastará con aumentar esa producción y consumo de renovables, sino que habrá que profundizar también en una mayor eficiencia energética de nuestras industrias y edificios y en una reducción del consumo.
Aunque todavía puede haber algún pequeño cambio hasta su aprobación final, hay medidas muy acertadas que ya están definidas en la nueva normativa, como la reserva de un 2,5% de los presupuestos vascos a acciones climáticas. Quizás sea una cifra un poco ajustada pero es toda una declaración de principios que espero marque una línea ascendente en los próximos años. También me parece muy interesante la creación de un comité científico que ayude a impulsar un Pacto Social por el Clima en todo el país. Estamos ante un cambio disruptivo que necesita de un gran respaldo y acompañamiento ciudadano para que pueda desarrollarse sin sobresaltos.
Sin duda alguna, leyes como está, que aprobará próximamente el Parlamento vasco, permitirán dotar de un marco seguro y estable a otras iniciativas privadas que son esenciales para realizar la transición ecológica de nuestra sociedad. En este sentido, hay que aplaudir proyectos como la Alianza Q-0, el foro liderado por Iberdrola presentado la semana pasada en Madrid y del que forman parte empresas vascas como Fagor Ederlan o Tubos Reunidos y el Net Zero Basque Industrial Super Clúster.
Leyes como está permitirán dotar de un marco seguro y estable a otras iniciativas privadas que son esenciales para realizar la transición ecológica de nuestra sociedad
Su objetivo: ayudar a descarbonizar la importante demanda de energía térmica que existe en el mercado actual. “Clamor social y consenso político”, esto es lo que dice Ignacio Galán, presidente de la eléctrica vasca, que le ha llevado a impulsar este foro. Bienvenido sea y ojalá vengan muchos más porque el trabajo que todavía queda por hacer es ingente y es imposible llevarlo a cabo sin una buena colaboración público-privada, acompañada de un respaldo y acuerdo social. Galán hablaba también de la urgencia de cambiar el actual modelo, ahora sólo hace falta que todas estas buenas palabras se conviertan en acciones urgentes y reales que ayuden a este cambio.
Somos un país industrial y la pervivencia de nuestro modelo económico pasa por lograr una transición ecológica modélica de este sector, una transición que debe ser urgente y bien planificada para no dejar a nadie atrás. Colaborar e innovar son dos verbos que vamos a tener que conjugar continuamente para lograrlo porque, como ya he dicho más de una vez en esta columna, el futuro de la industria será verde o no será. Tengámoslo por favor en cuenta en todas las estrategias de futuro que vayamos a lanzar y no apoyemos proyectos que vayan en dirección contraria.