Los candidatos del PNV y de EH Bildu a lehendakari, Imanol Pradales y Pello Otxandiano / ADRIÁN RUIZ-HIERRO - EFE

Los candidatos del PNV y de EH Bildu a lehendakari, Imanol Pradales y Pello Otxandiano / ADRIÁN RUIZ-HIERRO - EFE

Opinión

Gora Euskadi

21 junio, 2024 05:00

“Gora Euskadi!” Así concluía su intervención el portavoz socialista Eneko Andueza desde la tribuna de oradores, a lo que instintivamente la presidenta por cuarta Legislatura consecutiva, Bakartxo Tejería, respondía con un sonoro “Gora!”. La espontaneidad del grito y la consciencia de que había provocado la anécdota de la sesión de investidura a Lehendakari fueron todo uno. Las risas y un “Askatuta!” por la siguiente interviniente, la parlamentaria de EH Bildu, Nerea Kortajarena, remataban uno de los pocos momentos distendidos de la jornada.

Imanol Pradales Gil es el nuevo lehendakari. Sin sorpresas y bajo el horario previsto. La votación con la mayoría absoluta que le otorgan los votos del PNV y PS/EE  convertían a Pradales en el sucesor de Iñigo Urkullu. Mañana a mediodía juramento solemne frente al árbol de Gernika y hasta el martes no conoceremos la estructura y los nombres del nuevo Ejecutivo. Toca esperar.

El nuevo ciclo recién inaugurado ha hecho emerger en el debate el diagnóstico de la situación de Euskadi sobre los pilares sociales de las tareas pendientes que ya aparecieron en la campaña electoral. En primer lugar sanidad, seguido de los cuidados, vivienda, emancipación, reindustrialización o descarbonización… Pradales desde una óptica de construcción sobre una base con el propósito de mejora radical y Pello Otxandiano a través de unas gafas más pesimistas. Sin embargo, no nos engañemos, el elefante en la habitación se ha hecho verbo en los discursos de ambos candidatos, así como en los portavoces de todas las fuerzas políticas, el otro gran asunto de la era Pradales; el autogobierno y su renovación.

No me atrevo siquiera a nombrarlo como nuevo Estatuto o nuevo Estatus político, y es que el metalenguaje puede llevarnos a equívocos y no va a ser útil para el propósito que tenemos por delante como sociedad, cuya representación parlamentaria parece que ha decidido hincar el diente a lo nunca urgente y siempre pendiente manera de afrontar los retos y las relaciones 45 años después de la aprobación del Estatuto vigente. Diría que lo importante no es el encabezado, sino el contenido que aporten los partidos políticos al mismo y la voluntad política de la que se arme.  Al menos, los dos postulantes Pradales y Otxandiano coincidían en aprovechar la ventana de oportunidad con el Gobierno de Pedro Sánchez en Madrid.

Precisamente, el acuerdo alcanzado por el PNV y PSE para la reedición de un nuevo Gobierno de coalición contempla respetar el marco de la negociación para la investidura de Pedro Sánchez entre el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el propio Sánchez. Reconocimiento de Euskadi como nacionalidad, respeto a la no invasión competencial y la foralidad, así como un plazo temporal de año y medio. El marco acordado con el PSOE, ejerce de percha jurídica para que el PSE se sienta cómodo porque ya se sabe donde manda capitán, no manda marinero.

Como nacionalistas, como abertzales, la aspiración legítima de la independencia es intrínsecamente irrenunciable. La duda surge cuando la estrategia que se plantea es el todo o la nada frente a la insuficiencia de ganar una batalla más y seguir peleando

Otxandiano ha sacado su lado más ideológico hablando directamente del derecho a decidir. Parecía volver a las esencias de la fuentes políticas donde ha crecido. Esto podría ser lo de siempre, algunos lo llaman la rotonda, pero hay algo muy diferente a los procesos donde se ha intentado previamente y es que Bildu no es el mismo de hace una década. Si entendemos que los abertzales han cambiado su estrategia 180º, haciéndose valedores de la política práctica, alejada de maximalismos, centrada en los temas sociales, relegando los nacionales, y si sabemos que con ello están buscando seducir a los socialistas vamos a ver si hay contorsionismo o si verdaderamente es una línea infranqueable.

No perdamos de vista lo sucedido en el Gobierno Foral de Navarra o en el Ayuntamiento de Pamplona, así como en el Congreso de los Diputados donde Bildu asiste al Gobierno de Sánchez como un socio de investidura más. 

Como nacionalistas, como abertzales, la aspiración legítima de la independencia es intrínsecamente irrenunciable. La duda surge cuando la estrategia que se plantea es el todo o la nada frente a la insuficiencia de ganar una batalla más y seguir peleando.