Cuando Imanol Pradales terminó su discurso mañanero, en el que glosó buena parte del acuerdo de PNV y PSE para investirle como lehendakari, en el Parlamento de Vitoria se produjo una imagen sintomática. Los consejeros del Gobierno vasco en funciones se arremolinaron en torno al lehendakari saliente, Iñigo Urkullu, en el centro del salón de plenos.
Desde arriba, donde colocan a plumillas como servidor, la visión era reveladora. Era una imagen casi en blanco y negro. Porque había muchas canas juntas. Canas que indefectiblemente desaparecen de la Cámara. Canas que simbolizan así el ocaso de una generación de políticos que por suerte o por desgracia se esfumarán de nuestras vidas este mismo sábado, en cuanto se designe al nuevo Ejecutivo vasco.
Se acabó el tiempo de los Erkoreka, Azpiazu, Arriola o el propio Urkullu. Quizás también digan adiós Zupiria, Sagardui y Bildarratz. Llega la etapa de los Pradales, Díez Antxustegi, Otxandiano, Itxaso y Andueza. El cambio de la generación gobernante es, como aquí venimos defendiendo, bastante saludable. No por una cuestión de edadismo, ojo, porque la experiencia siempre es un grado y debe utilizarse para el bien común, sino porque el aire fresco tenía que ventilar de una vez las moquetas de la Cámara de representantes.
Se antoja necesaria, ya puestos a ir de la mano de la sociedad, una mayor presencia femenina en los puestos de responsabilidad de los partidos vascos, porque tiene bastante gracia que la única mujer que detenta la portavocía de un grupo parlamentario esté precisamente en Vox (en Bildu ayer habló Nerea Kortajarena, sí, pero será relevada por Otxandiano).
Más allá de las canas que se despedían, lo cierto es que este jueves, como si fuéramos los replicantes de 'Blade Runner', vimos cosas que no creíamos posibles. Porque fue entre sorprendente y delirante, por ejemplo, ver a Otxandiano defendiendo el legado del lehendakari Juan José Ibarretxe
Más allá de las canas que se despedían, lo cierto es que este jueves, como si fuéramos los replicantes de 'Blade Runner', vimos cosas que no creíamos posibles. Porque fue entre sorprendente y delirante, por ejemplo, ver a Otxandiano defendiendo el legado del lehendakari Juan José Ibarretxe o definiéndose como "independentista" como si hubiera que aclararlo (igual había que aclararlo porque Otxandiano habló más de lo esperado de "autogobierno", las vueltas que da la vida). O ver al único representante de Sumar centrado en atacar al PSE. O ver a Vox...en fin, siendo Vox.
Y vimos, todo hay que decirlo, un tono general sosegado durante el debate. Los portavoces de todos los partidos hablaron sin exabruptos y con educación. Se lanzaron dardos que todavía escuecen, claro que sí, como mandan los cánones, pero sin recurrir a insultos o faltas de respeto de trazo grueso. Parece mentira que haya que destacar la falta de crispación en un debate parlamentario, pero hay que hacerlo aunque sea por contraste con el desolador panorama del Congreso de los Diputados.
Pradales, que casi no peina canas, se convirtió en el sexto lehendakari de la democracia. Y así, en un día lluvioso donde tantas palabras se perdieron sin eco y donde los silencios también hablaron, empezó una nueva era de la política vasca
En cuanto al contenido del debate, quedó cristalino como el agua que el acuerdo programático de PNV y PSE incluye numerosas propuestas para mejorar la vida de los ciudadanos en Euskadi. También quedó claro que, como era de esperar, los socios no se entienden del todo en un tema capital como es la reforma del Estatuto. El nuevo lehendakari quiere un "reconocimiento nacional" de Euskadi y una "relación bilateral" con el resto de España. Palabras que no son casuales y, lo que es más importante, que auguran diferencias no insalvables.
El resultado de esta larga jornada, delineada a la perfección en esta crónica de Andrea Lobera, es que Pradales, que casi no peina canas, se convirtió en el sexto lehendakari de la democracia. Y así, en un día lluvioso donde tantas palabras se perdieron sin eco y donde los silencios también hablaron, empezó una nueva era de la política vasca.