Pistolezado de salida al curso político tras el puente por la novedosa festividad del 6 de septiembre para conmemorar el 500 aniversario de la vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano. Arranque en el plano estrictamente oficial porque la realidad es que la actualidad ha dado escasa tregua también en el apartado político este mes de agosto, con la gestión de la crisis energética como punto caliente. Un asunto que ha traído de cabeza a todos los mandatarios gubernamentales este verano, también a los responsables del ramo económico del Gobierno vasco, con la consejera Arantxa Tapia a la cabeza, y que previsiblemente va a ser el gran capítulo de rifirrafe político este otoño-invierno.
Energía y gestión económica
La crisis energética ha disparado los precios y amenaza con estancar la economía. Las medidas estrella del Gobierno de Pedro Sánchez este verano han ido dirigidas a ese frente por un lado para minimizar el impacto del coste energético en las familias, caso de la rebaja del IVA del gas, o de reducir el consumo con el decreto que entre otras medidas, fija un tope de 27 grados para el aire acondicionado y obliga a apagar escaparates a las diez de la noche.
Euskadi ha optado por una paquete de medidas más global, muchas de las cuales se arrastran de propuestas en las que el Ejecutivo de Iñigo Urkullu ya venía trabajando con anterioridad. El impulso a las instalaciones de generación renovable o los incentivos para adelgazar la factura de la industria de gran consumo son algunos de los ejes del plan energético vasco trabajado este verano junto a los principales actores empresariales y que ya ha sido enviado a Madrid.
Un plan que sí parece haber encontrado sintonía con la parte empresarial pero cuenta con escaso consenso político. En un principio únicamente PSE y Elkarrekin Podemos trasladaron propuestas a Lakua, si bien la propia consejera Tapia señalaba a 'Crónica Vasca' que el PP ha aportado propuestas también en los últimos días. Habrá que ver en qué medida las piezas aportadas por los grupos que no están en el Gobierno de Gasteiz, y contando con que se parte de un clima de entendimiento entre el Ejecutivo de Sánchez y el de Urkullu en este capítulo, encuentran acomodo en el puzzle de Tapia. EH Bildu y Elkarrekin Podemos han sido críticos de salida con el plan energético si bien ambas formaciones declaran su disposición a pactar mientras el PP reclamaba este fin de semana más apoyo a la administración vasca ante la crisis que vive el sector primario.
Paradas industriales, inflación y empleo
La crisis energética lleva meses lastrando los precios y ahogando tanto a las economías domésticas como a la empresa. Septiembre arranca con noticias preocupantes en el sector del acero, papel o automoción, con firmas tractoras anunciando paradas o recortes de las previsiones de producción, y en ese sentido no solo el coste de la luz y el gas perjudica. La falta de semiconductores para los vehículos, que sigue sin resolverse, o la bajada de los precios del acero preparan un mal otoño para algunas de las principales factorías de Euskadi. Y aquí el problema no está tanto en el empleo directo sino en lo que suponen estas grandes firmas para la cadena de proveedores, que sí puede sufrir a nivel laboral al no contar con esa flexibilidad de la que sí disponen las grandes.
Y todo ello cuando el mercado laboral vasco ya ha dado señales de un posible cambio de tendencia en verano. Julio y agosto han sido dos avisos que ponen en alerta todo el cuadro macro, con analistas apuntan ya a la posibilidad de que el PIB vasco entre en terreno negativo ya en el tramo julio-septiembre. En ese sentido octubre se antoja el mes clave a la hora de hacer una primera lectura sobre la profundidad que puede tener la crisis. Será entonces cuando se conozca ese dato de PIB del tercer trimestre ya con números de empleo magros limpios de la grasa del verano y tendrá lugar la cita entre Gobierno vasco y diputaciones forales para medir la temperatura a las arcas públicas, un Consejo Vasco de Finanzas que se presume clave sobre todo cara a 2023, como apuntó hace unos días Urkullu.
La evolución de la recaudación hasta ahora era muy positiva precisamente porque el mercado de trabajo contaba con viento a favor tras la pandemia pero un frenazo de la contratación en esta segunda parte del año puede obligar a retocar los números del año y tener que mirar a los presupuestos de 2023 con mucha menos alegría.
Los PERTE pendientes
El temor es que de la crisis energética se pase a una crisis económica con todas las consecuencias que obligue a los gobiernos a cerrar el grifo. El bache de la pandemia se ha superado gracias a un fuerte endeudamiento de las administraciones y, cuando ya se habla de posible cambio de ciclo, aun quedan muchas inversiones pendientes. Hace meses que el Gobierno vasco viene quejándose del ritmo al que llegan los fondos europeos y este fin de semana Tapia insistía en 'Crónica Vasca' en esa "preocupación" aunque al mismo tiempo confiaba en un acelerón de algunos PERTE en las próximas semanas.
Además, en el plano positivo el tejido industrial vasco podría recibir pronto la buena noticia de la inversión de Mercedes en Vitoria y, con vistas más a 2023, detalles sobre el nuevo proyecto industrial que se instalará en los terrenos de La Naval. El equipo de Tapia también confía en que Basquevolt permita satisfacciones importantes a medida que vaya quemando etapas. En el lado negativo será un otoño marcado por las decisiones que vaya tomando sobre la antigua Gamesa y sus trabajadores en Euskadi la dirección de Siemens tras la OPA lanzada antes del verano.
Transferencias y autogobierno
Otro de los temas candentes en este curso político serán las transferencias pendientes. Este fin de semana el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, advertía en Deia de que algunas materias tienen "difícil encaje" a nivel técnico, lo que está retrasando los traspasos, a lo que Tapia ha respondido reclamando voluntad de llegar a acuerdos al Gobierno de Sánchez.
El propio Urkullu ha señalado que una de las prioridades para septiembre es acelerar el traspaso a Euskadi de algunas de las 26 materias pendientes recogidas en el Estatuto de Gernika, un proceso sobre el que los jeltzales denuncian recurrentemente retrasos (en junio la consejera Olatz Garamendi solicitaba formalmente comenzar a abordar las transferencias de inmigración, gestión del litoral, meteorología y fondo de protección a la cinematografía). Desde el Gobierno central se recuerda que con Sánchez en Moncloa se ha producido el mayor avance del autogobierno con el trasvase de 11 materias a Gasteiz, algunas de mucho peso como la gestión del IMV (ingreso mínimo vital) o las prisiones.
¿Caras nuevas en diputaciones y capitales?
Las elecciones a las diputaciones forales y a los ayuntamientos previstas para mayo de 2023 son sin duda el gran hito del curso político vasco (si Sánchez agota legislatura habrá también generales en diciembre del próximo año). Y entre bambalinas suena con fuerza una renovación de varios de los cabezas de lista por el PNV, lo que significaría salvo sorpresa mayúscula cambios de caras al frente de las grandes instituciones públicas de Euskadi dejando de lado el Gobierno vasco. No parece a estas alturas, pese a las insistencias en una alianza de izquierdas (PSE, Podemos y Bildu) desde Elkarrekin Podemos, que ni PNV ni PSE tengan intención de romper su matrimonio.
En Bizkaia y Bilbao, feudos jeltzales por excelencia, todo apunta a que ni Unai Rementeria ni Juan María Aburto repetirán. El primero ya dijo claramente cuando asumió el bastón de mando de la diputación vizcaína en 2015 que llegaba con la intención de gobernar dos legislaturas. Todo apunta a que también Aburto, que hace tiempo que arrastra problemas de salud, dejará la alcaldía de Bilbao, para la que uno de los nombres que suena desde hace tiempo es Gotzone Sagardui, quien dejó el consistorio vizcaino para relevar a Nekane Murga al frente de Osakidetza en plena pandemia.
También en Gipuzkoa suenan tambores de cambio, con una primera fuerza de la oposición como EH Bildu en ascenso. Eneko Goia, que este verano ha sido el foco de las críticas por su petición de una tasa turística, no ha aclarado aun si optará a la reelección a la alcaldía de Donostia, capital que ya ha iniciado la carrera electoral con sorpresa en el PSE al irrumpir en la misma Odón Elorza. El que fuera alcalde de la capital guipuzcoana durante 20 años, entre 1991 y 2011, ha anunciado por sorpresa que disputará la candidatura para los comicios de 2023 con la actual portavoz municipal socialista y segunda teniente de alcalde en el ayuntamiento, Marisol Garmendia. Para la diputación guipuzcoana las opciones jeltzales en caso de no continuar Markel Olano podrían ser Eider Mendoza, portavoz foral, o incluso una figura alternativa al equipo de gobierno actual como la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, quien ya fue diputada foral en este territorio antes de desembarcar en Lakua.
Junto a la diputación guipuzcoana, el ayuntamiento de Vitoria que encabeza Gorka Urtaran es la única entre las grandes instituciones en las que puede haber partido en mayo de 2023. La victoria del PNV no es segura, como avanzó el panel electoral de Electomanía para Crónica Vasca a finales de junio y el propio consistorio confirmó en agosto. Los jeltzales se disputan con EH Bildu la victoria en la capital alavesa, de momento con un empate a siete concejales según las encuestas. Para la diputación Ramiro González cuenta con buenos datos en las encuestas y con cierto margen, aunque EH Bildu también subiría. Las encuestas señalan que Vox podría obtener un representante en la cámara alavesa.
¿Cuánto apretarán ELA y LAB?
En paralelo, más o menos próxima, según para quién, a la autopista política discurre la ruta sindical. Los sindicatos han dicho por activa y por pasiva que se avecina un otoño caliente en lo laboral, una expresión por otro lado que se escucha ya casi todos los veranos, y sin duda el papel que pueden tener estos agentes, con ELA a la cabeza, será importante también a la hora de valorar el desgaste de los partidos de gobierno tanto de cara a esos comicios forales y locales que tendrán lugar ya en mayo como a los posteriores al Parlamento Vasco en 2024. Además las propias organizaciones sindicales se juegan sus alubias en las urnas este otoño-invierno, una clave que les obliga a hilar fino y a dar con una posición reconocible y atractiva para los trabajadores.
La estrategia de ELA está más o menos clara y sin duda va a ser un actor que va a contribuir a que crezca la conflictividad en las empresas este otoño. La duda es hasta dónde va a tensar la cuerda en el actual contexto de inflación y caída de las rentas salariales la central que dirige Mitxel Lakuntza y, en especial, si va a encontrar el eco de LAB. El sindicato de la izquierda abetzale está en permanente evolución incluso habló en su último congreso de replantearse una posible vuelta a los principales órganos institucionales. Tras los reproches cruzados entre ambos sindicatos hace un año sobre una posible huelga general que finalmente nunca llegó a producirse, habrá que ver si esa máxima expresión de protesta sindical cuaja finalmente este curso y, si es así, hasta qué punto cala en la sociedad vasca y alcanza a la línea de flotación del PNV.