No es casualidad que PNV y PSE dediquen uno de los cinco grandes ejes de su acuerdo de gobierno para los próximos cuatro años a la energía. Los objetivos de descarbonización acordados a nivel internacional están para cumplirlos y Euskadi va muy retrasada en la generación de energías limpias. Además, en una economía de marcado perfil industrial como la vasca es clave conciliar esa reducción de las emisiones con empresas tractoras que necesitan mucho tiempo para acometer cualquier transformación.

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Y ese es sin duda uno de los grandes retos del nuevo Gobierno vasco de Imanol Pradales, quien será elegido este jueves formalmente en el Parlamento Vasco para relevar a Iñigo Urkullu. Ya se han avanzado las líneas maestras del acuerdo de gobierno de jeltzales y socialistas para estos próximos cuatro años, en el que la transición hacia un modelo social y económico respetuoso con el medio ambiente tiene un papel protagonista (los otros cuatro ejes son las personas, el modelo de bienestar, la convivencia y el autogobierno).

Aunque en lo estrictamente político es este último punto el más proclive a generar tensiones entre los dos socios de gobierno, el asunto energético no se queda atrás. No porque PNV y PSE no compartan los objetivos de la descarbonización sino más bien por los ritmos y el papel que debe jugar la administración en relación a ciertos actores que pueden verse fuera de la nueva sociedad 'verde' si no se adaptan a tiempo.

El primer hito en ese sentido, como se recoge en el acuerdo programático, fue la firma de la última ley energética por parte de nacionalistas y socialistas junto a EH Bildu, punto de partida de lo que deben ser las políticas en la materia estos próximos cuatro años. La labor de cocina de esa ley, muy celebrada por las tres formaciones firmantes, ya dejó entrever importantes reticencias por parte del PNV a 'soltar lastre' en lo relativo al cambio de modelo energético, por ejemplo a la hora de fijar compromisos de desinversiones por parte de la administración vasca en sociedades ligadas a la explotación de hidrocarburos y combustibles fósiles.

Un parque eólico. EFE

Un marco por desarrollar

Es esta una cuestión, de hecho, que presenta matices y que deberá concretarse en la propia estrategia energética del nuevo gobierno de Pradales. Sí está ya cerrada la salida de Shesa, la sociedad que explota gas en La Rioja, pero fuentes de los partidos firmantes de la propia ley dudan de que el EVE vaya a vender sus participaciones en Bahía Bizkaia Gas y Bahía Bizkaia Electricidad a corto plazo.

Esa es la clave en materia energética: la ley de cambio climático aprobada junto a EH Bildu sirve de marco pero hay que concretar muchos aspectos que en el texto quedan sin desarrollar. El acuerdo programático incluye referencias a esa necesidad de acelerar con el impulso a la generación renovable, incluso habla de respuesta al cambio climático "rápida y efectiva".

Pero a la vez se indica que la transición energética deber ser "ordenada y coherente", una lectura que recuerda a mensajes anteriores del nuevo lehendakari, que ha pedido también que el cambio de modelo sea "realista". Los matices en este caso son relevantes teniendo en cuenta el contexto en que se maneja la apertura del nuevo ciclo político, con la automoción en la encrucijada pendiente de la decisión final de Bruselas en torno al motor de combustión y Repsol, gobernada por Josu Jon Imaz y propietaria de Petronor, en guerra abierta con el gobierno socialista de Sánchez por este asunto.

Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, junto a Arantxa Tapia

Costes de la transición

"Los costes de esta transición no pueden ser eludidos, no solo en el plano económico. La transición energética debe ser amable, con trámites burocráticos reducidos y sencillos, evitando la merma en la competitividad empresarial por la consecución de los objetivos comunitarios", recogen PNV y PSE. En otras palabras, es urgente encontrar la fórmula que permita adaptarse a los grandes tractores empresariales vascos como los fabricantes de componentes de automoción (Mercedes Vitoria tiene recorrido ya mucho camino en esa transición a la furgoneta eléctrica) o la propia refinería vizcaína, que apuesta por el hidrógeno y los carburantes sintéticos.

Por otro lado, en la declaración de intenciones los socios del nuevo gobierno incluyen el objetivo de reforzar el peso de la industria en el PIB vasco. Y en ese camino uno de los tres pilares será precisamente el empuje de las nuevas energías limpias, un negocio que ya está alumbrando un interesante ecosistema innovador en Euskadi de la mano de los fondos europeos. La innovación, la digitalización o la inteligencia artificial son otros de los trazos relevantes del programa en relación al fortalecimiento del tejido empresarial.

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