Ignacio 'Livingstone' Corcuera: el vasco que compite en el Dakar 2024 con un antiguo quitanieves
El experimentado corredor vizcaíno vuele a Arabia Saudí para afrontar por sexta edición desde 2012 una de las competiciones más duras en el mundo del motor. En esta ocasión, y por primera vez lo hará en camión.
7 enero, 2024 05:005000 kilómetros de recorrido por las arenas de Arabia Saudí y 14 días de carrera en el Dakar 2024. Este es el inmenso reto al que se enfrenta el piloto vizcaíno, Ignacio Corcuera, más conocido en el sector del motor como 'Livingston' -en homenaje al explorador británico David Livingstone-. Un piloto más que experimentado, que en esta edición, la quinta que acoge este país de Oriente Medio, afronta ya su sexto Dakar desde que en 2012, aquella vez en América del Sur, se puso a los mandos de un 4x4 para competir en la que para muchos es la carrera más dura y exigente en el mundo del motor.
La primera gran competición de este tipo en la que participó Corcuera fue en 1997 en la Coronel Tapiocca CUP 180 en Marruecos. Desde entonces fue pasando por decenas de competiciones cruzando Marruecos, Túnez, Libia, etc. que finalmente le llevaron al Dakar. Uno de los mayores eventos deportivos en el mundo del motor donde el 'Livingstone' vasco compitió primero -en 2012, 2013, y 2015- haciendo tres dakares de velocidad en solitario. Sin copiloto ni asistencia, y de los que tuvo que retirarse; y otros tres -2022, 2023 y el de este 2024- en la categoría Classic, dónde en las dos ediciones anteriores sí logró alcanzar meta.
Este año, a diferencia de los anteriores, Corcuera y su equipo Euskadi 4x4, competirán con lo que se conoce como Camión Clásico. Un Mercedes Unimog que ha pasado de ser un quitanieves de la Diputación Foral de Bizkaia y un vehículo de instrucción para bomberos, a un vehículo adaptado para cruzar las dunas del desierto saudí. Todo un nuevo reto para este experimentado piloto quien, antes de que comenzara el Dakar 2024, habló sobre las dificultades y expectativas de esta edición.
Desde su experiencia, el camión, al ser un vehículo mucho más pesado, "se hunde más en la arena, tiene menos caballos y la relación entre peso y potencia" les perjudica respecto al resto de coches "que son más ligeros y con más caballos". En cambio, en los aspectos positivos de este antiguo quitanieves, pone en valor que este les permite llevar más carga, más herramientas y más repuestos. "La conducción es diferente, es más preventiva y en cierto modo más difícil porque es más fácil salir de los apuros con un coche que con un camión", señala.
En este sentido, Corcuera asegura que las dos principales complicaciones son hundirse en la arena, "empanzarse", debido al peso que lleva el camión, y volcar. Puesto que estos vehículos “al ser estrechos y altos tienen el centro de gravedad más elevado que un turismo” y estoy hace que en una misma pendiente sea más fácil que vuelque un camión que un coche. “Hay que tener mucho cuidado y mucha experiencia para abordar las pendientes de las dunas”, subraya.
Vuelta a los orígenes
Esta 46.ª edición del Dakar se vuelve a realizar en Arabia Saudí, territorio ya conocido para ‘Livingstone’ que en 2022 y 2023 ya cruzó estos desiertos. Pero esta es una competición cambiante y los recorridos han llegado a pasar por muchos otros desiertos tanto en África como América Latina. De hecho, las primeras tres carreras en las que participó Corcuera fueron al otro lado del Atlántico, en América del Sur.
Respecto al recorrido a superar este año, explica que la de Arabia Saudí es una orografía muy similar a la africana, por lo que "no hay ninguna diferencia a correr en Mauritania, el norte de Senegal, el Sahara Occidental, o a cuando se corría en Argelia o Libia".
De hecho, a su juicio, cruzar los desiertos de Asia y África es una campaña más sencilla que la de competir en Sudamérica, cruzando Argentina, Chile, Perú o Bolivia. "Aquí venimos al invierno y la temperatura es más fresca. A las mañanas tenemos 7 grados y al medio día 24, pero cuando íbamos a Argentina íbamos al verano austral, y las temperaturas eran de hasta 52 grados de máxima. Eso hace que sufran mucho tanto las personas como las mecánicas", explica.
A la diferencia de temperaturas, se suma la altitud en la que se competía en aquellas ediciones. Llegando, por ejemplo, a cruzar el paso de San Francisco para pasar de Argentina a Chile. Un recorrido que alcanza los 4750 metros y donde, desde los 3000 metros, el mal de la altura ya era algo que afectaba a los pilotos.
Además, otro factor del que habla Corcuera es la arena. Porque la que hay en Sudamérica "es muy diferente a la de África y Asia". Allí, explica, hay valles enteros de un tipo de arena tan similar al polvo "que hace que las máquinas se hundan hasta los faros". "Pero ahora hemos vuelto a lo que nos enamoró: a esa orografía, a esas llanuras, a esos valles infinitos que veíamos en televisión", destaca.
Dos patrocinadores y sin ayudas públicas
Corcuera explica que el trabajo para el Dakar nunca termina. Señala que una vez termina la carrera ya se empieza a trabajar en la siguiente. Es un trabajo “de un año para otro”, para poder tener preparadas la logística, la mecánica, los patrocinios y todo lo que se necesita para ir a un Dakar. Una campaña que necesita de una financiación "infinita" y donde "no hay presupuesto".
Mientras las grandes marcas llegan "con unos presupuestos de decenas de millones", en la otra parte están los equipos privados como el suyo que cuentan con medios y recursos "mucho más limitados".
Sobre las empresas vascas que están dispuesta a financiar una campaña como la del Dakar, Corcuera afirma que estas son “escasas”. En su caso cuenta con dos patrocinadores, dos talleres que coinciden precisamente con los otros dos integrantes y mecánicos de su equipo: David Naveira Hernández, de Astortxo Motor, en Zalla (Bizkaia); y Fernando García Sagasta, de Talleres García, en Eibar (Gipuzkoa). “Gracias a ellos estamos aquí compitiendo”.
Asimismo, aunque en otras ocasiones sí ha logrado financiación pública o por parte del Gobierno vasco, Corcuera asevera que la aportación fuera de la empresa privada ha sido un “cero patatero”. “Ni Ayuntamiento de Bilbao, ni Diputación Foral de Bizkaia, ni de Gipuzkoa, ni Gobierno vasco. Ha habido otras épocas en las que sí, patrocinaban, pero ahora no”, sentencia Corcuera.