Encierro de San Fermín / EFE

Encierro de San Fermín / EFE

Sociedad

Jon Díaz, corredor vasco en el encierro de San Fermín (24 años): “Es muy difícil, mucho miedo e incertidumbre”

Entre tanta fiesta, el encierro es el acto más conocido y uno de los momentos favoritos de muchos pamploneses y del resto de España

Lander Asiain, contundente sobre el precio de estudiar en Bilbao: "En el tema económico te exigen"

Publicada

Las Fiestas de San Fermín son una de las más grandes de España y cada mes de julio convierten a Pamplona en el epicentro de la celebración, la emoción y la devoción. Durante nueve intensos días, la capital navarra se transforma: música, fuegos artificiales, bailes, comidas populares y eventos culturales se mezclan con una tradición que tiene eco en todo el mundo. Sin embargo, si hay un acto que define y da identidad a estas fiestas, es el encierro.

Entre tanta fiesta, el encierro es el acto más conocido y uno de los momentos favoritos de muchos pamploneses y del resto de España. Cada mañana, a las ocho en punto, seis toros bravos recorren en estampida los 875 metros que separan los corrales de Santo Domingo de la plaza de toros, mientras cientos de corredores se lanzan a las calles en busca de unos segundos de gloria, fe, adrenalina y valor. 

De hecho, atrae a mucho turismo del resto de España y del mundo, incluso son muchos los que repiten de año en año. Jon Díaz, natal de Tolosa (Euskadi), ha confesado al Diario Vasco que se trata de “un sueño” que ha tenido desde “pequeño”.

Aunque el encierro dura apenas unos minutos, todo lo que rodea al evento está cargado de preparación, respeto y una liturgia propia. Desde bien temprano se reúnen en el recorrido, algunos en silencio, otros intercambiando miradas nerviosas, y todos compartiendo una misma devoción: salir ilesos, pero también honrando la tradición. No hay dos encierros iguales, cada uno tiene su propia tensión, sus momentos de peligro y sus finales imprevisibles.

Según relata al citado medio, el tolosarra corrió su primer encierro en 2022, “cumplir el sueño fue increíble”. Desde entonces ha tratado de estar para cumplir con esta cita anual. Una tradición que siempre ha sentido como parte de su vida: “Siempre he estado muy ligado a los toros y seguiré corriendo hasta que me dejen”.

Encierros de San Fermín / EFE

Encierros de San Fermín / EFE

Una forma de vida

Más allá del espectáculo que se ve por televisión, lo que ocurre entre las calles adoquinadas es una auténtica lucha entre la razón y la emoción. Corredores de todas partes del mundo se preparan durante meses para unos pocos segundos en los que todo puede pasar. Las caídas, las cornadas o los golpes contra el vallado son parte del riesgo.

El joven guipuzcoano relata las emociones que se vive previo a un encierro, antes de que comiencen a correr antes los toros. “Mucho miedo, mucha incertidumbre. Es muy difícil explicar a alguien que no la ha corrido”.

Aunque cada encierro pasa en un abrir y cerrar de ojos, no todos los viven con la misma emoción, es habitual que los familiares de los mozos vivan estos minutos con muchos nervios, angustia e intranquilos. El mayor de los deseos que todo salga bien.

La emoción no acaba cuando el toro entra en la plaza, sino que muchas veces empieza justo después. En esos segundos finales, cuando se confirma que se ha terminado sin daño, se desata una explosión de sentimientos.

La conexión que se genera entre corredores, incluso sin conocerse, es intensa. Se abrazan, se felicitan, se buscan. No es raro ver lágrimas, gritos de júbilo o simplemente rostros que expresan un alivio indescriptible.

Los corredores y los toros llegan a la Plaza de Toros / EFE

Los corredores y los toros llegan a la Plaza de Toros / EFE

Mientras tanto, el corredor experimenta otro tipo de emociones. “Es un chute de dopamina que al final te vas. Te sube muy arriba la emoción, el alivio de que todo ha salido bien, el orgullo a uno mismo de haberlo hecho”, asegura Jon Díaz a Diario Vasco.

Eso sí, y lo que no falla, tanto en Jon como en muchos que comparten esta pasión, es la de avisar a sus seres queridos una vez llegados a la plaza. Transmitir esa paz y alegría a los que más quieres es parte de esta cultura: “Nada más terminar escribo a mi madre, a mi familia, a mis amigos”.

San Fermín es mucho más que encierros, pero estos constituyen el alma más vibrante de unas fiestas que combinan la devoción religiosa con la celebración popular. Y para mozos como Jon Díaz, correr delante de los toros es más que una hazaña: es una forma de vida, una conexión con la historia, el riesgo y la emoción más pura.