Chirimiri / CV

Chirimiri / CV

Sociedad

Un argentino no se corta y dice lo que más odia de Euskadi: "De simpático no tiene nada y es molesto"

Pese a su frustración con este fenómeno meteorológico, el viajero no deja de reconocer el encanto del lugar

Se buscan vecinos en este pequeño pueblo cerca de Euskadi: a 1 hora de la capital y con casas desde 19.000 euros

Publicada

Euskadi, la tierra vasca del norte de España, es uno de esos destinos que parecen sacados de una postal. Su geografía es un regalo de verdes intensos, montañas que acarician la niebla y acantilados que se asoman a un Cantábrico bravo y cambiante.

Los caseríos dispersos entre colinas, las calles empedradas de sus pueblos y el contraste entre lo rural y lo urbano hacen que cada rincón sea digno de ser fotografiado. Desde el bullicio cultural de Bilbao hasta la elegancia serena de San Sebastián, el País Vasco invita a perderse en su belleza natural y arquitectónica.

Pero más allá de sus paisajes, Euskadi es un lugar repleto de atractivos culturales y gastronómicos. Sus pintxos, pequeñas obras de arte culinarias, son famosos en todo el mundo, y la tradición vinícola de la Rioja Alavesa añade un toque sofisticado a cualquier visita.

Los museos como el Guggenheim, la oferta de festivales, el surf en playas como Zarautz o Mundaka, y las rutas de senderismo por el Parque Natural de Urkiola o la Reserva de la Biosfera de Urdaibai completan una experiencia única. Aquí, tradición y modernidad conviven en armonía: la lengua euskera resuena en mercados y tabernas, mientras las ciudades abrazan la vanguardia cultural.

La esencia del País Vasco

Sin embargo, no todo es perfecto para quienes llegan de fuera. El clima de Euskadi, especialmente en la franja costera, puede ser tan impredecible como encantador para algunos… y desesperante para otros. La lluvia es una vieja conocida de la región, pero no siempre llega en forma de chaparrones contundentes.

A veces, se presenta como el famoso “chirimiri”: una llovizna fina, casi invisible, que empapa sin que uno lo note. Este fenómeno meteorológico, tan característico del norte, es capaz de cambiar en cuestión de segundos: el cielo puede lucir un sol radiante y, al minuto siguiente, descargarse una fina cortina de gotas que humedece el cabello, la ropa y el ánimo de quien no viene preparado.

Y aquí es donde entra nuestro protagonista: un argentino que, de visita por Euskadi, ha descubierto de golpe esta peculiaridad climática… y ha desarrollado una relación complicada con ella. “Estoy en el norte de España y acabo de encontrar mi nueva palabra que más odio, chirimiri. En realidad, tengo amor-odio, porque la palabra está superlinda, pero el chirimiri es esta lluvia que está cayendo”, relata con un tono entre la risa y la resignación.

Lo describe como algo engañoso: “Ustedes no se enteran de que hay lluvia si no ve todo mojado. Bien, no se ve casi que hay lluvia. Como que no llueve, ¿no? O sea, parece que no llueve, entonces uno dice: ‘No, no uso paraguas’. Y va calando y va calando, de hecho, creo que se llama calabobos también”.

La confusión que le provoca no es solo por la intensidad, sino por la inestabilidad del fenómeno. “Y ahora de repente está el chirimiri, que es una palabra muy bonita, muy simpática, pero de simpático no tiene nada. Es molesto. Hay un solazo, pero con chirimiri. Miren las gafas, o sea, son gotitas muy muy finitas, entonces como que parece que no llueve y te termina mojando”, cuenta, mientras señala cómo las diminutas gotas se acumulan en sus lentes.

Lo que más le sorprende es la velocidad con la que todo cambia: “Mira, ven, después llueve. Ya no hay chirimiri. En 3 segundos chirimiri de vuelta. Pero si esto cambia más de humor que yo”.

Pese a su frustración con este fenómeno meteorológico, el viajero no deja de reconocer el encanto del lugar. “Igualmente, estoy enamorado del norte, es todo muy bonito, pero no estoy acostumbrado a este tiempo”, admite.

Esa mezcla de admiración y queja se resume en una frase que podría quedar grabada en cualquier guía turística de viajeros despistados: “Una palabra que quiero porque es graciosa y odio porque me moja a la vez”.