Imagen del rodaje de 'El cautivo', con Amenábar y el actor principal, Julio Peña.
El Cervantes de Amenábar y su cruzada woke
'El cautivo' se sitúa en el año 1575 en que el joven soldado Miguel de Cervantes es capturado en alta mar y llevado preso a Argel
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Sí, lo que ha oído sobre 'El cautivo' de Alejandro Amenábar es verdad: presenta a un Miguel de Cervantes con tendencias o deseos o pensamientos homosexuales. Y sí, ha leído bien. Dicho esto…
No entendemos qué se le ha pasado al director por la cabeza para abordar al personaje en este sentido en una película que, desde antes de su estreno, ya tiene tufillo panfletario. O precisamente es al revés, lo entendemos perfectamente por ese rollo cansino y woke que parece de la “cultura” contemporánea que parece estar viviendo sus últimos estertores.
Vayamos por partes. Alejandro Amenábar, 53 años, ni se aproxima a la gloria que llevaba escrita en su carnet de niño prodigio del cine español. Y bien que prometía. Y bien que fue, en realidad. Con 'Tesis' nos dejó boquiabiertos con un thriller poderoso sobre el mal en su versión más primaria.
Miguel de Cervantes no es cualquier cosa. Y, por lo tanto, no se puede coger su figura y hacer con ella lo que uno quiera. O bueno, sí. Algunos sí pueden. Ellos sí pueden
Con 'Abre los ojos' nos dejó impactados demostrando que podía convertir el género en algo profundamente pesadillesco. 'Los otros', ojo, con Nicole Kidman de protagonista y Tom Cruise de productor, es impecable estéticamente, tiene un final de esos que no se olvidan y parecía encumbrarle a las grandes ligas, aunque al filme le falta fuste, le falta la garra de sus dos películas anteriores.
Julio Peña, que da vida a Miguel de Cervantes
Y… después de eso, Amenábar empezó a patinar porque 'Mar adentro' es un festival del clínex que busca retorcerte las entrañas con las cosas más manidas del melodrama barato. Con 'Ágora' empezó su cruzada woke mediante un filme excesivo sobre la opresión y el ataque al intelecto femenino.
En 'Regresión' quiso volver al thriller, pero lo hizo a través de una historia errática y sin sentido, el más flojo de todos sus trabajos.
En 'Mientras dure la guerra', Karra Elejalde salva los muebles con una interpretación magnífica, pero que simplifica el pensamiento de Unamuno con cuatro trazos de brocha gorda.
Y ahora, con 'El cautivo', se propone provocar al mundo entero redibujando una biografía que, como ya hiciera con otros personajes reales de su filmografía, pasa por una pátina personalísima que, para gusto de muchos, lo único que hace es destrozarlo. Destruirlo sin piedad.
¿Qué tenemos aquí? Una superproducción sobre el más grande y admirable de todos los escritores españoles, autor de una de las novelas más importantes y trascendentes de la literatura universal y de uno de los libros más vendidos de todos los tiempos. Miguel de Cervantes no es cualquier cosa. Y, por lo tanto, no se puede coger su figura y hacer con ella lo que uno quiera. O bueno, sí. Algunos sí pueden. Ellos sí pueden.
Amenábar fue fantástico inventándose historias de cero. Pero es penoso tomando personajes reales y 'amenabarizándolos'. Porque son falsos, porque no nos lo creemos. Porque esto, sencillamente, se le da mal
La película se sitúa en el año 1575 en que el joven soldado Miguel de Cervantes es capturado en alta mar por corsarios árabes y llevado preso a Argel. Allí sobrevive como puede y desarrolla una fascinación y talento especial por contar historias que llenarán de esperanza a sus correligionarios y también al inquietante bajá de Argel, con el que Miguel -ay, Miguel- pondrá ojitos.
Y lo que es verdaderamente insoportable de todo esto no es lo que Cervantes hiciera o no para sobrevivir en ese sentido, sino que el director haya conseguido que eso sea de lo que se hable. Qué campaña de marketing más magnífica… Y usted, querido espectador, si comulga con ruedas de molino, molará mucho, pero si le parece una tomadura de pelo, será un retrógrado.
Amenábar fue fantástico inventándose historias de cero. Pero es penoso tomando personajes reales y 'amenabarizándolos'. Porque son falsos, porque no nos lo creemos. Porque esto, sencillamente, se le da mal.