La economía vasca cerró 2023 en zona de crecimiento suave, impulsada en gran parte por sectores como Servicios o Construcción. Este último se enfrenta en los próximos años a un gran reto transformador con el fin de abordar problemas como la falta de profesionales, renovar un parque de vivienda envejecido, o una subida de precios en materias primas que ha provocado que en los últimos años muchas empresas trabajen afrontando la pérdida de márgenes o, incluso, perdiendo dinero.
Frente a este contexto 'no muy positivo' están los faraónicos proyectos que el territorio va a acometer en los próximos años. Trabajos como la transformación de Zorrotzaurre, la llegada del TAV, el subfluvial o la ampliación de Mercedes en Vitoria, que, según Jon Ansoleaga, director general del Clúster de la Construcción de Euskadi -Build:Inn-, impulsarán a un sector “cada vez más digitalizado e industrial”.
2023 concluyó con un crecimiento económico moderado que vino a confirmar la desaceleración de la economía vasca en la parte final de ese año. Una desaceleración que sobre todo hemos visto en el sector industrial, pero que, por otro lado, ha sido frenada por sectores como la construcción. ¿Qué lectura se saca de estos datos?
El crecimiento de la construcción en 2023 estuvo muy alineado con el crecimiento de la economía en Euskadi, que ha sido prácticamente plano. Esta incrementó en torno a un 1,4%, y nuestro sector después de la pandemia todavía va lento, por lo que aumentó aproximadamente un 1,5%. Ahora mismo, la industria de la construcción, contemplando toda la cadena de valor que es la propia construcción, promoción, rehabilitación, ingeniería, arquitectura... Factura cerca de los 8.000 millones de euros, que es aproximadamente un 11% del total del PIB que se genera en Euskadi.
¿Qué perspectivas se manejan para este 2024?
Las perspectivas de cara a este año es que la construcción crezca ligeramente. No hablamos de un crecimiento grande pero si cierto desarrollo adicional. El contexto macroeconómico ahora es un poco mejor, porque aunque la inflación continúa elevada no hay tantos cambios drásticos que harían que el escenario cambiase totalmente. Por lo que, con un entorno más tranquilo esperamos que se den las circunstancias para que el sector crezca ligeramente más de lo que lo hizo en 2023. Según Eustat la perspectiva es que este logre estar por encima del 1%, entre un 1,6 y 1,7%.
Además, tenemos la esperanza de que, una vez constituidas las diputaciones y los ayuntamientos, la demanda pública traccione más y el sector privado, en la medida que se dé la situación adecuada en cuanto a financiación, siga desarrollándose.
Y respecto a datos de empleo en el sector.
Actualmente, la construcción emplea en torno a 118.000 trabajadores, que supone un 12% del total del empleo en Euskadi. En este ámbito, sigue estando el reto de la falta de profesionales en prácticamente todas las profesiones ligadas con la construcción, desde las más formadas hasta las más operativas, que es donde a corto plazo nos afecta a las empresas del sector.
A día de hoy, ¿están sufriendo la falta de profesionales?
Sí, y actualmente desde Build:Inn estamos trabajando en ello. Partiendo de la realidad de que faltan profesionales en todas las actividades del sector, estamos analizando cuáles van a ser las necesidades de la construcción en el futuro -cercano y lejano-. Todo esto teniendo en cuenta que en el sector está detonando un proceso de transformación competitiva e industrial que va a marcar la demanda de empleados.
El sector está en disposición de poder construir más de lo que se está haciendo
¿Cuáles son los perfiles más necesarios?
Prácticamente todos. A corto plazo lo que más apremia a las empresas es cubrir la parte de gremios, operarios dentro de la construcción, personas que pueden estar formadas con Formación Profesional. También se necesitan perfiles técnicos, pero quizá no es tan acuciante para las compañías ahora mismo. A medio plazo, un año o dos años vista y más, sobre todo harán falta perfiles que se adapten a lo que va a suponer el sector dentro de este tiempo, que va a ser mucho más industrial, un trabajo más de fábrica, más de ensamblaje en terreno… Esos perfiles actualmente no existen, ahí va a haber una gran brecha.
¿Y esto se debe al atractivo del sector?
Han convergido varios factores. Por un lado, la transformación en los últimos daños del propio sector, que partía de una actividad muy elevada y que después, con la crisis, bajó y provocó un proceso de adaptación de aquellos profesionales que se reorientaron a otras actividades. Por el otro, es la percepción que se tiene de la construcción. Esta está experimentando un cambio hacia un sector más industrial que va a requerir nuevos profesionales o profesionales que vengan de otros sectores de actividad. Esta transformación del sector hará que este sea más atractivo, con menor estacionalidad, mayores certezas y mejores entornos de confort para el trabajo.
Y la parte formativa...
Luego está la parte formativa, que con las necesidades a corto plazo está bastante bien adaptada porque tenemos centros de formación de referencia a nivel estatal e incluso a nivel europeo. Quizás el reto está en trabajar, tanto en la FP como en la universidad, unas líneas curriculares más multidisciplinares, ligadas con un entorno digital que nos permita ese proceso de transformación.
Ante el reto que tenemos de transformación y crecimiento de la sociedad, lo que tenemos que pensar desde lo público hasta lo privado es que necesitamos de vivienda de calidad, accesible y asequible
¿Está este sector cada vez más digitalizado?
Sí, y en diferentes aspectos, como la gestión, diseño y fabricación porque estamos industrializando procesos que anteriormente no eran así. Las nuevas tecnologías están permitiendo que el sector sea más digital y más industrial.
Entonces, ¿cómo se puede potenciar el atractivo del sector?
Somos todos responsables de ello. Estamos trabajando en la concepción de un sector más industrial, con proyectos que abogan cada vez más por ello y que facilitarían la inserción laboral; tenemos también la obligación de comunicar. Durante muchos años no hemos transmitido bien la importancia del sector, porque nadie es consciente de que este está invirtiendo prácticamente un 2% de todo lo que factura en I+D. Esto hay que trasladarlo a la sociedad, explicar que el sector es elemento clave para la transformación competitiva social de nuestra economía y todos los beneficios que genera.
Las hipotecas llevan meses en aumento, en algunas ciudades alcanzando máximos históricos, mientras la venta de vivienda cae, el alquiler de larga duración escasea, y nueve de cada diez hogares deberá ser rehabilitado para poder ser vendido o alquilado en 2033... ¿Se está construyendo en Euskadi al ritmo esperado?
El sector está en disposición de poder construir más de lo que se está haciendo, eso es una realidad. Ante el reto que tenemos de transformación y crecimiento de la sociedad, tenemos que pensar desde lo público hasta lo privado en que necesitamos de vivienda de calidad, accesible y asequible. Tiene que haber una apuesta por facilitar los procesos de licitación para poder acelerar esta construcción de vivienda.
Porque ese aumento de costes que se experimentó hace dos años, ¿está ya regulado?
No es que este regulado, sino que se ha calmado porque el contexto ha variado. Los precios subieron y, por tanto, los costes de producción subieron… Ahora los precios no han bajado, pero por lo menos hay certeza en cuanto al umbral que están establecidos. Además, teniendo en cuenta la variable de inflación hace que haya más calma en torno a la variabilidad de los precios. Hay un escenario más tranquilo, en el que los precios siguen siendo elevados, pero por lo menos hay seguridad.
Y en cuanto a obra pública, en los próximos años Euskadi se enfrenta a grandes construcciones como el TAV, el subfluvial, la ampliación de Mercedes o la isla de Zorrotzaurre...
Tanto el territorio como el sector están preparados. Todos ellos son proyectos de diferente naturaleza, por ejemplo el de Zorrotzaurre es un plan de desarrollo de distritos, sobre el que llevamos años hablando y vamos a hablar de él durante bastantes años más porque va a ser uno de los puntales en materia de desarrollo con un alto componente innovador. Sobre el subfluvial también porque es el proyecto de infraestructura más grande que se va a ejecutar en los próximos años y que va a conectar más aún Bizkaia con una red de infraestructuras referente a nivel mundial. Y otro de los grandes retos es el de la entrada del TAV. En definitiva, en todos ellos se conjugan muchas variables que van a permitir que el sector aporte a la economía y sociedad vascas. Por ello, para afrontar estos retos, el sector necesita de profesionales en los diferentes perfiles que hemos comentado.
Y en este periodo de alta inflación que hemos comentado, ¿cómo se consigue compensar los márgenes en obra pública?
Con el incremento de las materias primas y de los precios hubo una desactualización de la vigencia de los precios que estaban planteados para la licitación de diferentes obras públicas. En muchos casos la pérdida en márgenes la tuvieron que asumir las propias empresas, que afortunadamente a diferencia de otros territorios aquí han aguantado. En nuestro caso no ha habido ninguna empresa que no lo haya hecho, lo habrán pasado mejor o peor pero todas han aguantado este proceso largo y duro.
De cara a los próximos años tendremos que establecer esa colaboración público-privada por lo que pueda pasar, esa flexibilidad en la colaboración para la ejecución de proyectos de tanto calado. Aquí, esta es ejemplar, de hecho, los grandes proyectos de infraestructura de este país se han dado en los últimos años porque ha existido. Aunque, insisto, hay que incentivarlo todavía más para que no ocurra lo que ya pasó cuando fueron las propias empresas las que se mostraron capaces y solventes para acometer una pérdida de márgenes e incluso trabajar perdiendo.