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El doble rasero de ELA marca la negociación colectiva en la previa de un otoño caliente

El mayor sindicato de Euskadi aprieta por el IPC allá donde es minoritario y negocia en los convenios donde tiene mayoría

17 julio, 2022 05:00

Tras la parálisis por la pandemia, Euskadi debe afrontar en el corto plazo un gran número de negociaciones laborales que afectan a cientos de empresas y a miles de trabajadores. Y la inflación hace que el escenario sea el peor posible. Preservar la cota del IPC en los salarios es la bandera de salida sindical en todas las mesas, pero la realidad es que pocas organizaciones empresariales están accediendo a firmar un compromiso que a día de hoy obliga a incrementos salariales de dos dígitos. Los avances producidos en algunas negociaciones relevantes en los últimos días avanzan por la senda intermedia que permite esquivar el pico de precios en 2022, pero todo movimiento está condicionado por el peso y la apuesta por la confrontación de ELA.

El sindicato mayoritario está "midiendo fuerzas" antes del verano -señalan fuentes empresariales- de cara a diseñar su estrategia a partir de otoño. Con una inflación del 10% -y todo apunta a que seguirá subiendo- empieza a calar la idea entre los agentes sociales de que enrocarse en la línea roja del IPC solo va a conducir al bloqueo de los convenios, y esa es una muy mala noticia para los trabajadores.

Este viernes el líder de ELA, Mitxel Lakuntza, insistía en que "no hay razón" para no exigir el IPC en Mercedes en pleno conflicto en la mayor factoría de Euskadi, pero a la vez su sindicato ha dejado una rendija abierta a pactar por debajo de la inflación en un convenio de gran relevancia como es la construcción de Gipuzkoa. ELA, con casi tres cuartas partes de la representatividad en ese sector, da por bueno un incremento del 4% para 2022, por ahora por debajo del avance de los precios -la propuesta de la patronal sí incluiría subidas con el IPC para 2023 y 2024-.

Imagen de la última huelga del Metal en Álava que coincidía con la de Mercedes. / EFE

Imagen de la última huelga del Metal en Álava que coincidía con la de Mercedes. / EFE

Una visión "mercantilista"

Esa doble estrategia, de rupturismo en el caso de ser minoritarios y acuerdo cuando no hay otros sindicatos para rubricar la firma, no es nueva, pero resulta más complicada en contextos como el actual. La hoja de ruta de la central en huelgas como la del metal sin ir más lejos, ha pasado precisamente por buscar conflictividad en aquellas empresas grandes donde ELA no goza de una mayoría en los comités en busca de más apoyos en las siguientes elecciones sindicales "y de hacer uso de la caja de resistencia" del sindicato, añade un empresario consultado por este periódico.

"ELA tiene una visión mercantilista: negocia para sus afiliados y allá donde ve que la negociación puede tener efectos afiliativos", señala Loli García, secretaria general de CCOO Euskadi, que señala a ELA como una central "con un modelo empresarial y no sectorial". Como ejemplo de la estrategia en grandes empresas donde no es mayoritaria ELA, García señala a Tubacex. "El gran conflicto de la lucha obrera se resolvió con un acuerdo idéntico al que teníamos encima de la mesa al comienzo de la negociación. Podríamos habernos evitado ocho meses de huelga y haber conseguido un acuerdo mejor", se lamenta la dirigente de Comisiones Obreras.

Raúl Arza, secretario general de UGT Euskadi, incide en conversación con 'Crónica Vasca', precisamente este punto: "ELA está aplaudiendo el acuerdo de la construcción de Gipuzkoa, que incrementa un 4% el salario en 2022 y se opone al del 6% más una paga en Mercedes". Arza vuelve durante el diálogo con esta redacción a la frase que ya dejó hace unos meses aquí: "La huelga tiene que ser un medio, no un fin en sí mismo". Consultado por este periódico, un gran empresario vasco recuerda el caso de Lucart. En la antigua CEL se acordó una bajada salarial y la compañía ahora tiene ha quintuplicado su facturación. Los delegados aceptaron una rebaja salarial en 2018.

Trabajadores de Mercedes en la primera jornada de huelga del 22 de junio. / EP

Trabajadores de Mercedes en la primera jornada de huelga del 22 de junio. / EP

Mercedes, una batalla contra el "sindicalismo parasitario"

Ahora Mercedes es el gran campo de batalla. ELA no tiene a la mayoría del comité de su lado, hay elecciones sindicales en noviembre y la mayoría sindical -y la dirección- han interpretado los movimientos de la central en esa clave. El problema es que la agitación de los sindicatos nacionalistas ha hecho que la plantilla esté incluso más incendiada que las propias centrales. Sin ir más lejos, en la asamblea de este pasado miércoles, la minoría sindical acudió a la cúpula del Buesa Arena con la intención de desconvocar los paros del jueves y el viernes visto que ya había un acuerdo, pero el 80% de los empleados allí presentes rechazaron esa propuesta y apostaron por mantener la factoría parada dos días más.

El propio 'guidance' de negociación colectiva de ELA para este año es muy elocuente. Titulado 'Tiempo de apretar contra la precariedad', el documento critica duramente la actitud de CCOO y UGT, a los que se refiere en los siguientes términos. "UGT y CCOO están consolidando un sindicalismo parasitario que pervive gracias al esfuerzo movilizador de la militancia de ELA. En nuestro país las huelgas las hacemos especialmente las personas afiliadas a ELA; las movilizaciones llevan a la patronal a tratar de llegar a acuerdos con contenidos que no estaban previamente encima de la mesa, pero buscan a los sindicatos más baratos para desactivar las movilizaciones con el menor contenido posible. Ahí encuentran a UGT y CCOO preparados para el acuerdo, incluso cuando la militancia de ELA está dispuesta a hacer más huelgas y lograr mejores contenidos".

Desde la patronal Confebask se mantiene un discurso prudente respecto a cómo puede evolucionar la negociación colectiva después de otoño en un escenario muy volátil y plagado de incertidumbre. La apuesta de los empresarios vascos pasa por actualizar salarios en la medida en que sea posible y siempre priorizando la viabilidad del proyecto. En ese sentido Confebask considera vital reforzar la implicación y la confianza de los trabajadores en la empresa como vía para acordar fórmulas que permitan suavizar el impacto de la inflación en las nóminas.