Michelin Vitoria

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Michelin afronta un 2024 difícil por la crisis de la automoción y los últimos despidos

La dirección de la multinacional francesa anunciaba 150 ‘salidas voluntarias’ en la factoría alavesa, la segunda más grande de Euskadi

4 enero, 2024 05:00

Aunque la plantilla de Michelin Vitoria goza ahora de seis meses de ‘calma’, esta ha vivido en 2023 uno de sus años más convulsos desde que la firma francesa iniciase en 1966 su actividad en la capital vasca. Concentraciones, huelgas, piquetes, manifestaciones kilométricas, negociaciones ‘interminables’ que se saldaron con la firma del convenio… Y un descontento por parte de la dirección del gigante fabricante de neumáticos que ha acabado en 150 bajas incentivadas.

Con el convenio vencido desde el 31 de diciembre de 2022, la mesa de negociación y la plataforma reivindicativa -constituida por seis secciones sindicales- se conformaban en febrero, con el principal objetivo de conseguir una mejora salarial que afectaría a los más de 3.500 trabajadores que forman parte de la plantilla en la capital vasca. No sería hasta abril cuando sindicatos y dirección comenzarían a reunirse con posturas muy diferentes, ya que mientras la compañía ofrecía una mejora salarial de un 3,5%, un 1,5%, un 1% y un 1% en un hipotético convenio a cuatro años, la parte sindical pedía un aumento del 27%. Daba así comienzo una de las negociaciones de convenio más complicadas de este 2023 en Euskadi, con los trabajadores apoyándose en el beneficio operativo de la compañía  en 2022, que alcanzó los 3.021 millones de euros, aumentando un 8,8% con respecto a los 2.777 millones de euros registrados en 2021. 

Un mes después, y tras numerosas reuniones en las que “no se sacó nada claro ni se logró acercar posturas”, comenzaban las manifestaciones y paros en la producción, seguidos y secundados por una amplia mayoría de la plantilla que se movilizaron a las puertas de la fábrica de neumáticos y recorrieron las arterias principales de Vitoria bajo el grito “Por el convenio que merecemos”. Aunque ya en ese momento reconocieron que había avances en la negociación, para la mayoría de sindicatos estos fueron insuficientes, por lo que desde ELA, LAB, CGT y ESK, convocaron paros en la producción los días 5, 7, 10 y 12 de junio. Paros a los que más tarde, ya en junio, se unieron nuevas manifestaciones en las que los trabajadores volvieron a recorrer la capital vasca, esta vez apoyados por familiares y amigos. 

Cientos de trabajadores de la factoría de Michelin de Vitoria/EFE

Cientos de trabajadores de la factoría de Michelin de Vitoria/EFE

Movilizaciones con los sindicatos enfrentados

Y es que mientras CCOO, sindicato mayoritario en Michelin, y UGT, pedían tiempo para trasladar la propuesta a sus afiliados y dar una respuesta a la compañía antes de convocar los paros; los otros cuatro sindicatos, ante “propuestas insuficientes”, hicieron un llamamiento a la plantilla para secundarlos. “Desde ELA nuestro final tiene que ser la presión a la empresa, y esa es la base de los paros y manifestaciones. Si no nos movemos, las empresas tampoco”, advirtió en ese momento David Martínez de Marigorta, portavoz de este sindicato. 

Esta nueva convocatoria no hizo más que fracturar la unión que en un principio existía entre todos los sindicatos, ya que CCOO decidió descolgarse de la misma y marcar una postura muy distante al resto de sindicatos -salvo UGT-: “No han respetado los tiempos para la reflexión acordados en la mesa y han incumplido su palabra de comprometerse a una respuesta global con el resto de la parte sindical. Esto va a condicionar la negociación”, expresó por su parte Octavio Álvaro, portavoz y responsable de CCOO.

Cientos de trabajadores de la factoría de Michelin de Vitoria/EFE

Cientos de trabajadores de la factoría de Michelin de Vitoria/EFE

La última oferta de la dirección, un punto de inflexión

Durante toda la negociación las posiciones de CCOO y ELA, aunque siempre divergentes, terminaron confluyendo en las movilizaciones, ya que pese a que el primero rechazó adherirse a la mayoría de paros, acabó haciéndolo en los últimos. Algo que hacía presagiar un ligero acercamiento entre ambos sindicatos. No obstante, los últimos movimientos antes de la votación en la planta de la última propuesta -y definitiva- de la compañía francesa, volvieron a separar sus caminos y hacer que estos se encaminaran de nuevo hacia la confrontación.

Esta última oferta ofrecía subidas salariales del 5% para el año 2023, del 3% para 2024 y del 2% en 2025 y 2026, subidas que podrían actualizarse en función de los datos del IPC hasta un máximo de 2 puntos por encima del salario anual equivalente. También incluía una prima no consolidable para todos los trabajadores activos a la firma del convenio 2023-2026 que pasaba de 700 a 1.500 euros.

La oferta fue recogida con ‘satisfacción’ por parte del sindicato mayoritario, y con resignación por parte de ELA, que aseguraba que con ella "se olvidaba de la recuperación del poder adquisitivo perdido en años anteriores”. Pese a esta negativa, este sindicato poco tenía que hacer ya que el partido que representa Loli García en Euskadi era el que tenía mayor representación en el comité intercentros. 

Miles de personas recorren, de nuevo, las calles de Vitoria en rechazo a las propuestas de Michelin

Miles de personas recorren, de nuevo, las calles de Vitoria en rechazo a las propuestas de Michelin

La plantilla de Michelin acepta la oferta por el convenio con el 'no' de Vitoria

Finalmente, el 16 de junio los trabajadores de Michelin aceptaban por unos 800 votos la última oferta de la multinacional francesa para renovar el convenio. La votación se realizó en las plantas del grupo en España a excepción de Lasarte que cuenta con su propia dinámica negociadora, esto es, Vitoria, Aranda de Duero y Valladolid; y pese a que salió positiva en el conjunto nacional, en el caso de la planta alavesa se impuso el ‘no’ con un amplio margen, casi el doble de votos en contra (2.007) frente a las papeletas favorables (1.093).

Resultado que reflejaba, ya por aquel entonces, el descontento de gran parte de la plantilla vasca hacia esta propuesta y que adelantaba cuáles eran los pasos que esta iba a seguir en los próximos meses. Y es que solo cuatro meses después, la plantilla de Michelin decidía abandonar el comité intercentros y formar su nuevo y propio órgano negociador. Lo hacía tras un referéndum interno que venía motivado por el rechazo de la mayoría de trabajadores de la planta al último convenio firmado y en un contexto volátil, en el que la producción de la segunda fábrica más grande de Euskadi se iba a ver reducida en los próximos tres meses. 

En línea con esta bajada de producción, la dirección anunciaba medidas que, tras negociaciones con la planta alavesa, se convertían en  150 salidas voluntarias de la factoría, principalmente bajas incentivadas y prejubilaciones con contrato relevo. Lo hacía este diciembre y con este anuncio se abría un periodo para que los interesados soliciten acogerse a estas medidas, si bien es probable que no se alcance el número de voluntarios suficientes. En ese caso, en el de que no se llegue a esa cifra de 150 bajas, la dirección asegura un periodo de gracia de seis meses, hasta el próximo junio, en el que no habrá despidos y se buscarán alternativas no traumáticas, explican fuentes sindicales.

Michelin Vitoria/ EFE/ Adrian Ruiz Hierro

Michelin Vitoria/ EFE/ Adrian Ruiz Hierro

Udakiola y un periodo de incertidumbre

David Udakiola aterrizaba en la planta de Vitoria en verano, tras años al mando de la planta de Michelin Lasarte. Dejaba la factoría guipuzcoana del grupo, que cuenta con medio millar de trabajadores, sumida en el conflicto, para adentrarse en otro que afectaba a muchos más trabajadores. Ya que si bien el convenio ya estaba firmado, se enfrentaba a la crisis del sector automovilístico que afectaba directamente a Michelin. 

Aunque esta tregua temporal de seis meses es positiva, de hecho, es algo que reclamaban los sindicatos durante la negociación de estas salidas; con este acuerdo no se evaporan las dudas sobre el futuro de la multinacional francesa en Vitoria. Sobre todo, después de que en las últimas semanas la compañía anunciase el cierre de dos plantas de producción en Alemania y el traslado de oficinas a Polonia. Algo que escenifica la mala situación que está viviendo la compañía en países vecinos y que no tranquiliza desde luego ni a los máximos responsables de la factoría en Vitoria ni a sus 3.500 empleados.