No es la primera vez, ni será la última, que en esta sección hablo del cambio climático y sus diferentes derivadas y consecuencias. Es el principal problema y reto al que se enfrenta la Humanidad y, por supuesto, nuestro futuro y el de nuestras empresas depende de como lo afrontemos. Esta vez no me negarán que tengo una excelente excusa para volver a tratarlo. Por fin, hace poco menos de 2 semanas, se aprobaba en el Congreso de los Diputados la primera Ley española de Cambio Climático, y digo por fin porque muchos llevamos esperándola años, en Reino Unido, por ejemplo, tienen una similar desde 2008 pero como dice el refrán, nunca es tarde….

Esta norma es una herramienta fundamental para, entre otras cosas, poder cumplir con los ambiciosos retos que exigen a los diferentes Estados acuerdos como el de París y poder afrontar una emergencia climática que ya nadie, o casi nadie, discute. La ONU es clara y taxativa a la hora de evaluar la situación: la temperatura media mundial era ya en 2019 1,1 grados superior a la época preindustrial y para evitar que esa subida alcance los 1,5 grados en 2030 deberíamos reducir anualmente un 7,6% nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Este nivel de reducciones requiere un cambio de modelo energético y económico total y lo que es más importante, es imprescindible hacerlo con celeridad, antes de que el cambio climático sea irreversible.

 

La ONU es clara y taxativa a la hora de evaluar la situación: la temperatura media mundial era ya en 2019 1,1 grados superior a la época preindustrial

 

Si entrar en el debate de si esta norma es suficiente para afrontar el cambio climático o se queda corta y es lenta en sus compromisos, como dicen algunos de sus detractores, vamos a analizar como va a afectar a nuestras empresas, proyectos e, incluso, a nuestra vida diaria en Euskadi. Uno de los efectos inmediatos ha sido el abandono fulminante del estudio para valorar las reservas de gas en el sondeo de Subijana ubicado Vitoria-Gasteiz. La evidencia de que, aunque hubiera reservas suficientes, no se podrían explotar por ser un combustible fósil ha sido la puntilla de una iniciativa que contaba con una fuerte oposición de partidos y ciudadanía, casi unánime, en la capital vasca. La Ley ha puesto frente al espejo a una consejería que, en esta legislatura, curiosamente, cambio su nombre al de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente. Un departamento que tiene este nombre y que conoce perfectamente la urgencia para frenar el cambio climático no puede defender una instalación nueva para extraer un combustible fósil, su misión y dedicación debería ser toda la contraria, promover y buscar la descarbonización de la economía vasca. ¿Cómo si no vamos a lograr ser un país neutro en carbono en 2050?

Esa descarbonización pasa, en buena medida, por el incremento sustancial de las fuentes de energía renovables y aquí cobra gran importancia otra iniciativa desarrollada por el mismo departamento a través del EVE, la creación de nuevos parques eólicos en Euskadi. Aquí tampoco caben medias tintas, sino queremos depender de los combustibles fósiles tenemos que aumentar nuestra capacidad de renovables, especialmente de eólicas, y esto pasa por nuevas instalaciones. Lo mismo que cuestiono el empecinamiento con el gas de Subijana, también cuestiono las contradicciones de otras organizaciones que alertan sobre el cambio climático y defienden las renovables pero que se oponen sistemáticamente a proyectos de nuevos parques eólicos. Una actividad de estas características no se puede poner en cualquier sitio, hay que hacerlo donde hay suficiente potencia de viento, y, respetando y cuidando los espacios naturales y minimizando si impacto ambiental, hay que avanzar en la colocación de nuevos molinos.

 

Lo mismo que cuestiono el empecinamiento con el gas de Subijana, también cuestiono las contradicciones de otras organizaciones que alertan sobre el cambio climático y defienden las renovables pero que se oponen sistemáticamente a proyectos de nuevos parques eólicos

 

La Ley de Cambio Climático trae otros cambios importantes a los que diferentes sectores económicos han intentado oponerse o rechazar su aplicación con una visión, en mi opinión, cortoplacista y alejada de la realidad. Empecemos por el transporte, responsable de una tercera parte de las emisiones de gases efecto invernadero. A partir de 2040 no se podrán fabricar vehículos que usen combustibles contaminantes como el Diesel y en 2050, ya no podrán circular por nuestras calles. Esta medida supone un cambio radical a medio plazo en nuestra manera de moverse y una revolución importantísima en el sector de la automoción, uno de los más importantes en la CAPV. Sus empresas están ahora inmersas en esta transformación hacia el vehículo eléctrico y en las propuestas de otros servicios de movilidad que han venido para quedarse y sustituir a la habitual compra de un vehículo privado. Sin embargo, ¿Qué va a pasar con las compañías cuya actividad se centra en la transformación de los combustibles fósiles? En Euskadi tenemos alguna muy importante y, seguramente, sería interesante que fuera preparando este camino hacía la neutralidad en carbono buscando otras alternativas. De hecho, esta ley obligará a las grandes empresas y entidades financieras a confeccionar anualmente un informe de riesgo sobre cambio climático de sus actividades, calculando sus emisiones y proponiendo objetivos de reducción cada lustro. Esto se trasladará también, a través de sus cadenas de proveedores, a las pymes y otras instituciones que tendrán que contemplar su huella de carbono. No es de extrañar que ahora uno de los puestos más demandados por las empresas sea el de Director/a de Sostenibilidad, el perfil que tiene que pilotar su transición ecológica y la mitigación de los riesgos climáticos de sus actividades.

 

¿Qué va a pasar con las compañías cuya actividad se centra en la transformación de los combustibles fósiles? En Euskadi tenemos alguna muy importante y, seguramente, sería interesante que fuera preparando este camino hacía la neutralidad en carbono buscando otras alternativas

 

Sin embargo, frente a la actitud de algunos de ver estas normas como una limitación al crecimiento y a la actividad económica, yo creo que tiene que ser todo lo contrario, un acicate para la innovación y la transformación sostenible de nuestra industria: el futuro será sostenible o no será. Mitigar el cambio climático, ya nadie habla de parar porque parece un proceso irreversible, requiere importantes inversiones. La Ley de Cambio Climático prevé una inversión, sólo en esta década, de 200.000 millones de euros y la creación de cerca de 300.000 nuevos puestos de trabajo. Euskadi no puede dejar pasar esta oportunidad y debe posicionarse como un país impulsor de todas estas reformas y esta decisión no es neutra. Gobierno Vasco no puede hacer una declaración de emergencia climática en 2019 y todavía seguir esperando a que a finales de este 2021 se pueda aprobar el anteproyecto de la ley de cambio climática vasca, comunidades como Baleares ya cuentan con una ley aprobada desde principios de este año.

El cambio climático se combate desde todos los sectores y con el cambio de hábitos de todos: cogiendo la bici, consumiendo alimentos KM 0, reduciendo y reciclando nuestros residuos, rehabilitando nuestras casas, etc. Necesitamos la energía de todos para mitigarlo y en ese camino podemos construir una economía resiliente y renovada que, además, mejore nuestra salud. No olvidemos que algunos expertos apuntan a que 1 de cada 4 muertes en el mundo están relacionadas de una u otra manera con el cambio global. Cambiemos, también en Euskadi, para frenar el cambio.