¿Una presidencia desaprovechada?
Acabamos de pasar el ecuador de este mes de julio y, aunque haya pasado desapercibido para la mayoría de la ciudadanía, España ostenta la Presidencia de la Unión Europea desde el pasado día 1 y lo hará hasta el próximo 31 de diciembre. Esta gobernanza rotatoria llega en un momento trascendental para los 27, a las puertas de los comicios europeos del próximo año y en un momento clave para impulsar el eje de la estrategia europea de desarrollo: su Pacto Verde. La convocatoria electoral para las elecciones de este 23 de julio ha relegado esta noticia a un segundo plano y mucho me temo que vamos a dejar pasar una oportunidad magnífica para que nuestro país acelere una transición ecológica y social de la que, en mi opinión, depende el papel de Europa como actor geopolítico mundial.
Si hay algo con lo que podemos contrarrestar el creciente peso de Asia y Norte América en la economía mundial, es nuestra capacidad liderar el cambio hacia una economía descarbonizada y convertirnos en la primera región neutra en emisiones del mundo en 2050. Este ambicioso objetivo fijado por la UE, está sometido a numerosas presiones y corre serios riesgos con la llegada a los gobiernos de algunos países europeos, como Italia, de ejecutivos que adoptan posiciones de extrema derecha en cuestiones de cambio climático y cuestionan cada vez más la urgencia de esta transición energética y ecológica.
Mucho me temo que vamos a dejar pasar una oportunidad magnífica para que nuestro país acelere una transición ecológica y social de la que, en mi opinión, depende el papel de Europa como actor geopolítico mundia
Esta tensión se ha visto recientemente reflejada en el propio Parlamento Europeo, donde se acaba de aprobar por la mínima (336 votos a favor frente a 330 en contra) la Ley de Restauración de la Naturaleza, un paquete de medidas que persigue frenar la degradación de los ecosistemas europeos, obligando a hacerlo en un mínimo del 20% del suelo deteriorado o prohibiendo la pérdida de masa verde en las ciudades. No estamos hablando sólo de urgencia climática, estamos hablando de cambio de modelo económico que, además de preservar estos espacios para las próximas generaciones, puede y debe ayudar a generar nuevos empleos verdes y a frenar el continuo aumento de las temperaturas a nivel mundial.
Por lo que hemos podido ver en lo que llevamos en campaña electoral, este no parece ser un problema que preocupe mucho a nuestros partidos políticos. En el famoso debate electoral del pasado lunes 13, ni Sánchez ni Nuñez Feijóo dedicaron ni un solo segundo a hablar del tema o a exponer su visión sobre el mismo. El resto de los partidos tampoco han insistido mucho en proponer medidas para adaptación al cambio climático y hay uno, Vox, que lo niega directamente proponiendo la abolición de acuerdos mundiales como el de Paris, la Agenda 2030 o el propio Pacto Verde.
Me preocupa mucho que esto sea así y lo peor es que esta situación no deja de ser un reflejo de nuestra sociedad. Un reciente estudio elaborado por los profesores de la UPV, Alex Fernández Muerza y Sergio Monge, para la revista Ámbitos, muestra que, a pesar de que más de un 45% de los jóvenes de nuestra universidad pública están preocupados por la crisis climática, nunca o raramente buscan información sobre el tema en los medios de comunicación, y eso que un 24% de ellos afirman padecer eco-ansiedad. Otro dato curioso es que esta preocupación no incide para nada en la elección de su opción política. Como culpables del problema identifican a las empresas, instituciones y gobiernos y, en mucha menor medida, a la ciudadanía.
Un 45% de los jóvenes de nuestra universidad pública están preocupados por la crisis climática, nunca o raramente buscan información sobre el tema en los medios de comunicación
Con este panorama no es de extrañar que hace unos días un grupo de organizaciones y fundaciones de la sociedad civil se hayan unido para demandar una presidencia española del Consejo de la UE mucho más ambiciosa contra el cambio climático, con el objetivo de acelerar la implementación del Pacto Verde y las medidas de desarrollo de la transición ecológica y energética. Proponen una Europa descarbonizada, más resiliente e inclusiva. No se si su petición va a caer en saco roto porque, a pesar de que hayan querido restarle importancia desde los ejecutivos españoles y europeos, estas elecciones legislativas trastocan completamente la agenda de una presidencia muy importante para el devenir de la UE.
Sería interesante y necesario que el gobierno que salga de las urnas del próximo 23 de julio, sea cual sea, tenga muy en cuenta esta demanda de algunas de las organizaciones medioambientales más prestigiosas del país. Lo hemos dicho muchas veces, no se puede nadar a contracorriente o ponernos la venda en los ojos. La opción más realista y eficiente es impulsar más que nunca una economía descarbonizada, es más, los países que lideren este cambio van a ser los mejor situados para afrontar los desafíos de una crisis climática que nos da avisos todas las semanas: incendios, tormentas, olas de calor, etc.
Estamos en una nueva era de relocalización industrial y si sabemos jugar nuestras cartas nuestro territorio puede ser uno de los más beneficiados en Europa. Pero no nos engañemos, esta nueva industria será libre de CO2 y es necesario estar preparados para ella, centrémonos en el futuro y olvidemos de una vez por todas las recetas del pasado. Nos quedan 5 meses y medio de presidencia europea, de influir de manera directa en las decisiones regirán el futuro de los habitantes del continente, ojala que sepamos aprovecharla para acelerar una transformación que no tiene marcha atrás. Vuelvo a decirlo, esto no va de ideologías va de sentido común.