Imagen de la sede de Telefónica junto a un semáforo.

Imagen de la sede de Telefónica junto a un semáforo. EP

Opinión

Telefónica será medio-saudí pero antes fue medio-vasca

8 septiembre, 2023 05:00

La compra del 10% de Telefónica por parte del operador saudí ha causado cierta indignación en varios ministerios, que califican a la empresa española como "estratégica". Al margen de lo discutible que resulta dar semejante valor a una compañía solo por el hecho de que venda conexiones de fibra óptica o 4G, es curioso que su origen medio-vasco haya quedado ya completamente difuminado. También la batalla que abrió el PNV contra esta compañía a finales del siglo pasado y que concluyó con la creación de Euskaltel.

Entonces sí parecía estratégico controlar un operador. Sea porque se veía como la puerta de entrada en Internet o porque permitía vigilar lo que pasaba por sus cables, conversaciones personales incluidas, los políticos vieron a las telecomunicaciones como un sector a controlar. Y al menos en Euskadi, no han tardado mucho en darse cuenta de su error, plasmado en la venta de Euskaltel al mejor postor. Que Telefónica acabe igual, tal y como han hecho los diversos operadores que esta compañía ha ido comprando en América Latina, es solo cuestión de tiempo.

Y que sea un saudí el interesado era también bastante previsible, dado el amor que profesan las empresas del Golfo Pérsico por las españolas. Basta recordar que el Gobierno de Qatar es hoy el principal accionista de Iberdrola y que la fábrica vitoriana de Mercedes, por muy alemana que sea su gestión, tiene a Kuwait Investment Authority como su socio de referencia. Tienen petrodólares y es lógico que, dentro de su estrategia de diversificación, apuesten por multinacionales españolas bien posicionadas en otros países del mundo.

Algo parecido ocurrió a principios del siglo XX con el dinero vasco, que empezó a expandirse, especialmente hacia Madrid. La Compañía Telefónica Nacional de España constituida en 1924, la CTNE que todavía figura en algunas arquetas, tenía un socio tecnológico norteamericano, ITT, y varios nacionales de referencia, liderados por dos fortunas de Euskadi: Antonio Basagoiti Arteta y, sobre todo, Estanislao de Urquijo Ussía, que presidió la empresa durante 23 años, más tiempo incluso que César Alierta.

El primero, el de la avenida de Getxo y bisnieto del que fuera candidato a lehendakari por el PP, figuraba en el primer consejo de administración de Telefónica en representación del Banco Hispano Americano, que hacía fundado con otro indiano. Urquijo, por su parte, ex diputado y ex senador, representaba a su familia del valle de Ayala, que había creado el banco que lleva su apellido y participaba en casi todas las empresas que se creaban en España en aquellos años. El Estado no tuvo ni una sola acción hasta que Franco se hiciera con el capital de ITT en 1945.

Entre los cinco primeros presidentes de Telefónica tres fueron vascos de nacimiento o adopción. Antonio Barrera de Irimo, el tercero, es además el máximo responsable de su apogeo tecnológico, que de la mano de la transmisión de datos a través del hilo de cobre, influyó también en que la banca española terminara siendo líder mundial. Y es que entonces sí que tener un buen operador de telecomunicaciones resultaba estratégico, tanto para conectar a la población como para incrementar la eficiencia de las empresas.

Hay que reconocer que Telefónica hizo un trabajo excelente en ese sentido, lo que explica que estuviera en posición compradora cuando llegó la liberalización latinoamericana de los noventa. Hoy está entre las diez mayores compañías de telecomunicaciones del mundo en prácticamente todos los rankings, pese a la enorme caída bursátil que ha sufrido desde los tiempos en que Juan Villalonga, formado en Deusto, llevara su cotización a máximos en la época de la burbuja de las puntocom. No podría haberlo hecho sin la inefable ayuda del bilbaíno Juan Perea, que capitaneó la salida a bolsa de su filial Terra.

Antes de todo eso se produjo otro acontecimiento que todavía hoy tiene trascendencia: la entrada de BBVA como socio de referencia de Telefónica. Llegó a tener un 10% del operador y sus vicepresidentes eran nombrados directamente por el banco bilbaíno. Uno de ellos fue Pedro Luis Uriarte. La operación había estado dirigida inicialmente por Víctor Goyenechea, un directivo del BBVA que previamente había trabajado en Telefónica, y contaba con el apoyo del Gobierno de España, que quería que hubiera una empresa local como accionista de referencia.

El banco bilbaíno estaba entonces presente en el capital de un sinfín de compañías, Repsol e Iberdrola incluidas. Cuando Francisco González mandaba en el BBVA, desinvirtió de todas ellas menos de Telefónica, una decisión muy cara puesto que su cotización no ha parado de bajar. Y pese al rechazo del PNV, que pactó con Aznar la creación de un operador que le hiciera la competencia en Euskadi, todavía queda algún baluarte vasco en la antigua CTNE. Es especialmente el caso de Laura Abasolo, la mujer de Antón Arriola, el presidente de Kutxabank, que dirige las finanzas.