El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, en la imagen junto a personalidades del entorno de la coalición abertzale han presentado este lunes la manifestación del 18 de noviembre bajo el lema Nazioa gara (Somos una nación)/EFE/Luis Tejido

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, en la imagen junto a personalidades del entorno de la coalición abertzale han presentado este lunes la manifestación del 18 de noviembre bajo el lema "Nazioa gara" (Somos una nación)/EFE/Luis Tejido

Opinión

¿Logrará Bildu doblegar al PNV?

17 noviembre, 2023 05:00

A principios de los noventa Josu Jon Imaz y Emiliano López Atxurra se reunieron, junto con otras dos personas de su confianza, en un merendero del monte Igeldo para crear eso que ahora se llama think tank. Su objetivo teórico era debatir y reflexionar en torno al futuro del nacionalismo democrático. Lo que en realidad querían era conformar la base teórica necesaria para que se produjeran coaliciones abertzales que hicieran frente a un PSE que se estaba entonces reforzando con la integración de Euskadiko Ezkerra y amenazaba el monopolio nacionalista.

Se da la paradoja de que los dos personajes, entonces muy centrados en la política, siguen de plena actualidad en Euskadi y el PNV vuelve a sentir cierto riesgo de sorpasso. Esta vez de manos de Bildu. Imaz, que siempre ha militado en el mismo partido, era entonces un joven investigador con grandes aspiraciones. Llegaría a ser consejero de industria e incluso presidente del EBB. Atxurra, por su parte, se había separado de sus compañeros de Euskadiko Ezkerra para crear Euskal Ezkerra, una escisión que se aliaría con PNV y EA para conformar gobiernos.

Los tiempos cambian pero las ambiciones quizás no tanto. Ambos se han dado cuenta con el tiempo de que el funcionamiento de las empresas privadas es más lógico y racional que el de las instituciones públicas, en cuanto se mide con una moneda común, el dinero. Y también son conscientes del poder que una plataforma empresarial les da para "empujar" a los políticos. De ahí que, desde su atalaya de Petronor-Repsol, lanzaran hace dos semanas un dardo envenenado al PNV.

La izquierda abertzale, aupada por mucho joven que no sabe quién es Miguel Angel Blanco, se ha asentado en Madrid y está en clara tendencia alcista.

O consigue que el nuevo gobierno español suprima los impuestos especiales a las empresas energéticas o paralizarán nuevas inversiones en Euskadi. Y si hay algo que puede debilitar al PNV es cualquier cosa que huela a mala gestión económica, base fundamental de su eterno poder en las instituciones vascas. Y perder inversiones de cientos de millones de euros lo es. ¿Qué va a hacer Andoni Ortuzar? O apoya a Alberto Núñez Feijóo, cosa que no ha ocurrido, o consigue convencer a Pedro Sánchez de que incumpla uno de los puntos de su acuerdo con Sumar, una misión que se antoja más sencilla dada la capacidad del actual presidente para hacer lo que le da la real gana.

Cual partida de ajedrez, lo que el tándem Atxurra-Imaz ha hecho es que todas las fichas tengan que mirar hacia Madrid, otrora el terreno en el que el PNV captaba votos en solitario vendiendo la imagen de que era el único defensor de los intereses vascos. Y ahí es precisamente donde ahora le acecha Bildu, el partido que puede dar el sorpasso y superar a los jeltzales en votos en las próximas elecciones autonómicas. La izquierda abertzale, aupada por mucho joven que no sabe quién es Miguel Angel Blanco y que ve al PNV como un partido casposo solo para "viejos", se ha asentado en Madrid y está en clara tendencia alcista.

Si gana Bildu en Vitoria-Gasteiz y dado que ningún partido en Euskadi puede a día de hoy obtener mayoría absoluta, el papelón del PSOE va a ser imposible. ¿A cuál de sus dos socios madrileños va a apoyar? Y ahí es donde intervienen Atxurra e Imaz: será el PNV, el único que garantiza cierta paz con las empresas. Curiosa estrategia.