"No son monstruos ni enemigos, son personas con ideas profundamente equivocadas que les llevaron a matar a otras personas". "Una verdad interesada sobre un relato ideológico del terrorismo es un fraude". "La sociedad tiene el deber de reparar todo ese daño del que se fue parte o testigo". Así hablaba Sara Buesa el pasado miércoles en Vitoria durante los actos de recuerdo por su padre, Fernando Buesa y del ertzaina que le escoltaba, Jorge Díez, ambos asesinados por ETA 23 años atrás. No es fácil encontrar en la discusión pública, sea la vasca o sea la de toda España, voces tan luminosas como las de la vicepresidenta de la Fundación Buesa. Su mensaje, cargado de entereza, compasión y profundidad ética, es un soplo de aire limpio en medio de la crispación política, que además se suele recrudecer al hablar de la necesaria memoria sobre lo que fue y lo que todavía provoca el terrorismo en Euskadi. Con más personas así hablando en más foros, mejor nos iría a todos.