Las elecciones vascas de 2024 se presentan más inciertas que nunca. Pero ya hay una certeza: no habrá una mujer como lehendakari. Habrá que esperar al menos otros cuatro años. Todos los partidos que han anunciado sus candidatos apuestan por hombres: PNV, Bildu, PSE y PP. Sólo falta por saber quién encabezará el espacio político de Elkarrekin Podemos y/o Sumar, por un lado, y quién liderará a Vox, por el otro, pero en ambos casos sin opciones de victoria.
¿Esto era la feminización de la política vasca? ¿Dónde queda la firme apuesta por las mujeres de la que tanto presumían los partidos en público y en privado sólo hace unos meses? ¿Por qué la argumentación casi feminista que valía en mayo para las elecciones forales y municipales no sirve ahora para las autonómicas?
Este lunes por fin EH Bildu desvelaba quién será su candidato: Pello Otxandiano. Sorprende que la coalición abertzale no apueste por una mujer para liderar sus listas porque es lo que siempre ha hecho desde su nacimiento: Laura Mintegi fue la candidata en 2012 y Maddalen Iriarte tomó el relevo en 2016 y repitió en 2020.
Para la cita de 2024 se especuló durante mucho tiempo con si Arnaldo Otegi sería o no candidato otra vez -ya lo fue con las marcas de la izquierda abertzale en el pasado-. Una vez conocida su renuncia, parecía seguro que Bildu apostaría nuevamente por una mujer. Sonaban con fuerza varias aspirantes como Nerea Kortajarena, Oihana Etxebarrieta o Mertxe Aizpurua. Quinielas fallidas una vez más. El joven ingeniero Otxandiano, desconocido para la mayoría de los vascos, es el elegido.
Los dos grandes partidos nacionalistas, únicos con posibilidades reales de gobernar tras los comicios, optan por hombres. Unos candidatos que, dicho sea de paso y sin ánimo de ofender, tampoco parecen la alegría de la huerta
Esa elección se une a la del PNV, que sorprendió a propios y extraños con la designación del también joven y también desconocido Imanol Pradales como candidato a la Lehendakaritza. En este caso igualmente parecía que una mujer sería la apuesta jeltzale tras conocer el adiós forzado del lehendakari, Iñigo Urkullu. Unos y otros hablaban con seguridad de Leixuri Arrizabalaga, de Arantxa Tapia, de Itxaso Atutxa o de Mireia Zarate. Pronósticos nuevamente erróneos.
Así, los dos grandes partidos nacionalistas, únicos con posibilidades reales de gobernar tras los comicios, optan por hombres. Unos candidatos que, dicho sea de paso y sin ánimo de ofender, tampoco parecen la alegría de la huerta. Da la sensación de que se trata de tecnócratas de uno y otro bando, clones de los jefes, como si sus únicos méritos fueran agradar precisamente a quienes les designan.
Ojalá nos equivoquemos con este juicio un tanto severo, pero lo cierto es que Pradales y Otxandiano llegan a ese lugar de privilegio gracias a sendos 'dedazos' de sus 'mayores', no mediante primarias u otros cauces de participación. ¿Las bases hubieran preferido candidatas? Nunca lo sabremos, claro.
Al menos las nuevas caras de los partidos sí suponen un cambio generacional que Euskadi necesita. Algo es algo. Tendremos que conformarnos
Tampoco han elegido candidata en la tercera fuerza del Parlamento, el PSE, cuyo líder, Eneko Andueza, será quien aspire a mudarse al Palacio de Ajuria Enea después de los intentos de la vicelehendakari, Idoia Mendia. Y lo mismo ocurre con el PP vasco, ya que acaban de ungir como capitán a Javier de Andrés, aunque se habló bastante de que la elegida podría ser Laura Garrido.
Queda la duda de qué pasará con Elkarrekin Podemos y Sumar, si es que finalmente acuden juntos a las urnas. Por ahora, Miren Gorrotxategi, aspirante 'morada' en 2020, ya ha dejado claro que quiere volver a ser candidata, pero tendrá que llegar a un acuerdo con Lander Martínez y el resto de pupilos de Yolanda Díaz.
Tampoco se sabe si Amaia Martínez, única representante de Vox en la Cámara vasca, será la candidata de su partido, pero ya tendría bemoles, perdón por el exabrupto, que en esta época feminista sólo el partido de Santiago Abascal presentase a una mujer como primera de su lista.
Uno esperaba una mayor presencia femenina entre quienes protagonizarán los debates electorales, aunque fuera, si me apuran, por aquello de que los políticos debieran parecerse más a la sociedad que representan
Ni ser hombre invalida a alguien para aspirar a la Lehendakaritza ni ser mujer le convierte en mejor aspirante para dirigir Euskadi, eso es obvio, no caigamos en tópicos o análisis pueriles, pero esta 'remasculinización' de la cosa pública llama poderosamente la atención. Uno esperaba una mayor presencia femenina entre quienes protagonizarán los debates electorales, aunque fuera, si me apuran, por aquello de que los políticos debieran parecerse más a la sociedad que representan. Debería haber más mujeres en esos puestos, pero no por cuotas o discrimaciones, sino por pura lógica, ¿no creen?
Ya tenemos dicho aquí que al menos las nuevas caras de los partidos sí suponen un cambio generacional que Euskadi necesitaba. Algo es algo. Tendremos que conformarnos. Pero, eso sí, conviene remarcar, para no dar lugar a equívocos, que algunos creemos que el verdadero símbolo de un nuevo tiempo sería que una mujer llegase a lehendakari.