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Importante operación empresarial en Euskadi. Durante esta semana que termina hemos contado todos los detalles de la posible entrada de José Antonio Jainaga, presidente de Sidenor, como accionista mayoritario en Talgo.

Hablamos de una empresa que tiene comprometidos pedidos por 4.200 millones de euros. Los húngaros con aroma ruso de Magyar Vagon ya intentaron comprar mediante una OPA que tumbó el Gobierno central.

Esta operación se entrelaza con la política. Moncloa necesita un socio industrial que garantice el futuro de Talgo como empresa estratégica española. Para ello, claro está, hace falta un socio fiable. No pudo ser la empresa húngara. Tampoco pudo serlo Skoda con su oferta insuficiente. Y parece que por fin será el industrial vasco José Antonio Jainaga.

La operación beneficia también a los intereses de Ajuria Enea. El Gobierno vasco ya ha dicho que acompañará la compra incluso entrando en el accionariado de Talgo, sea mediante el fondo Finkatuz o sea de otra manera.

Evidencias, cuentas y dudas

La posible entrada de Jainaga deja algunas evidencias y algunas dudas. Por un lado, queda clara la estupenda sintonía entre ambos ejecutivos. Por el otro, parece obvio que el propietario de Sidenor es el elegido para salvar el 'match ball' de Talgo.

No hay que olvidar, además, la derivada de los Presupuestos Generales del Estado, porque, como contábamos este sábado, esta operación ayuda a engrasar las relaciones entre el Gobierno central y sus socios en un momento determinante.

Con el caso Ábalos y con la imputación del fiscal general del Estado se escuchaban esta semana los tambores de moción de censura contra Sánchez. Hay que negociar las cuentas. Y el presidente del Gobierno necesita más que nunca afianzar a sus socios vascos.

Claro que la operación también presenta dudas. En principio, Sidenor y Talgo no son compañías estrictamente complementarias, si bien parece que podrá hacerse de la necesidad virtud. La indiscutible solidez de Jainaga podrá solventar los problemas de la fabricante de trenes.

Otra duda es qué ocurrirá con Celsa. Porque Jainaga se antojaba como el socio industrial de esa otra operación empresarial aún más relevante en lo económico pero que no se sabe en qué acabará. Y tampoco se sabe cómo aceptará el mercado la alianza en ciernes. Ni el precio final...

Hay intereses comunes y garantías mutuas que pueden hacer posible esta operación que contenta a las élites políticas y empresariales de Euskadi y de Madrid. La ayuda del Gobierno vasco favorece que Jainaga pueda entrar con alfombra roja. Y, al mismo tiempo, para Talgo llega la garantía de futuro.

Arraigos

Si finalmente hay fumata blanca, el Gobierno central mantendrá el arraigo español de una empresa estratégica. Y el Ejecutivo de Imanol Pradales podrá custodiar el arraigo vasco de una empresa que en Rivabellosa tiene nada menos que 700 trabajadores.

Seguiremos informando de lo que ocurra con este caso que se ha convertido ya en decisivo para los próximos meses en nuestra comunidad. 

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