El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en la sesión temática de la Cumbre: Transición energética | Pool Moncloa/Fernando Calvo y Pool COP 30. Belem (Brasil) - 7.11.2025
Ya saben ustedes que todos los años por estas fechas se celebra la Cumbre Anual de la ONU para el Cambio Climático, más conocida como la COP. Se trata del principal encuentro planetario para hacer un seguimiento del calentamiento global, velar por el cumplimiento de los acuerdos alcanzados en este sentido y, sobre todo, acelerar la transición hacia una economía descarbonizada, asegurando una transición justa.
Este año la cita era en Brasil, concretamente en Belém, la llamada capital de la Amazonia. Muy a mi pesar he de decirles que ha sido una de las ediciones más decepcionantes y descafeinadas de las últimas citas, lo que certifica que hay un nuevo orden geopolítico mundial, instaurado por la nueva administración norteamericana de Trump, donde el calentamiento global y sus consecuencias ha dejado de ser un tema central de preocupación para muchos países.
No hay más que leer el acuerdo, alcanzado por consenso este pasado viernes, para darse cuenta de que se ha echado el freno de mano y se ha abandonado cualquier estrategia que suponga una aceleración en el calendario de la eliminación de los combustibles fósiles. Mientras tanto, lo que no deja de acelerarse es el cambio climático y sus consecuencias, que desagraciadamente padecemos todos con cada vez más frecuencia.
Tampoco deja de agravarse la situación, curiosamente 2025 ha sido el primer año que por primera vez se ha superado los 1,5 grados de incremento de la temperatura del planeta respecto a la época preindustrial.
Sin embargo, nuestros líderes practican la táctica de la avestruz o la de la patada hacia delante y vuelven a perder una oportunidad de oro para cambiar un modelo económico que no favorece a nadie, pero que beneficia a los países y a las compañías que gestionan la extracción y comercio mundial de los combustibles fósiles.
Una muestra más de que es una especie de brindis al sol que no va a tener un recorrido real
El documento final de la COP es un claro reflejo del momento tan peligroso de involución que estamos viviendo a la hora de abordar el reto del cambio climático. No hay ni una sola referencia explícita a los combustibles fósiles, por exigencia de los países productores, pero, sin embargo, si que hay una llamada para aumentar la ambición de las acciones para enfrentar este calentamiento global.
Para intentar maquillar la prácticamente nula adopción de nuevos acuerdos, la presidencia brasileña se compromete a poner en marcha el próximo año una hoja de ruta para avanzar en la transición hacia una economía baja en carbono y para revertir la desforestación, pero no concreta ni alcance ni metodología para esta iniciativa. Una muestra más de que es una especie de brindis al sol que no va a tener un recorrido real.
Después de la decepción del año pasado en Bakú, en Belém se ha confirmado que, lejos de avanzar en una transición climática justa, estamos en un momento de parón e incluso de retroceso a la hora de adoptar compromisos reales que atiendan la llamada a la acción urgente de miles de científicos.
Poco a poco se está sacando este tema de las prioridades de la agenda mundial, no hay más que ver como la repercusión mediática de estas cumbres es cada vez menor. De hecho, apostaría que la mayoría de los lectores ni siquiera saben que se ha celebrado esta cita y, mucho menos, los acuerdos logrados.
Nadie dijo que fuera fácil revertir la situación generada por el calentamiento global, porque eso lleva consigo una transformación radical de nuestro modelo económico y, evidentemente, hay muchos grupos interesados en que esto no suceda, o al menos en que no suceda tan rápido como demanda la ciencia.
Sin embargo, ahora más que nunca no podemos abandonar este camino y mucho menos los europeos, que hemos sido los que hemos liderado la lucha contra el cambio climático y la transición hacia un modelo económico descarbonizado y circular.
Este mismo año desde Bruselas se acaba de lanzar el Clean Industrial Deal y sigue desarrollándose el ambicioso Pacto Verde
Europa tiene una responsabilidad central a la hora de impulsar este cambio global, la tiene con el planeta, pero, sobre todo, la tiene con la sociedad europea y, especialmente, con todo el sector económico que está haciendo un esfuerzo mayúsculo para adaptarse a las nuevas medidas que requiere la transición ecológica.
Este mismo año desde Bruselas se acaba de lanzar el Clean Industrial Deal y sigue desarrollándose el ambicioso Pacto Verde. ¿Qué mensaje damos a la ciudadanía y a nuestro sector empresarial si, por un lado, impulsamos y exigimos un cambio hacia una economía baja en carbono y por otro somos incapaces de tener una influencia real en la adopción de medidas acordes en las cumbres mundiales como la COP?
No sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero yo cada vez estoy escuchando discursos de políticos y líderes empresariales más laxos con la necesidad de acelerar la descarbonización e impulsar la transición energética, alegando el impacto en la economía actual y obviando, conscientemente, el daño irreparable a nuestro ecosistema y a nuestra salud.
Y lo hacen coincidiendo peligrosamente con narrativas de negacionistas y partidos de extrema derecha que están situando este tema como responsable de todos los problemas que afectan a lo que más nos duele: nuestro bolsillo. Falacias y medias verdades que están calando en un sector de la población por falta de una narrativa clara y coherente por parte de todas las instituciones, empezando por las europeas, y sobre todo por el abismo que a veces hay entre lo que se dice y lo que se hace.
Ante esta situación no queda más remedio que unir fuerzas para reclamar más ambición climática a nuestros dirigentes y para demandar un cambio de economía que es esencial, especialmente para una Europa que dista mucho de tener una independencia energética. Son muchas las empresas y entidades que llevan varios años tomándose en serio esto de la sostenibilidad, transformando su producción para ser más verdes y convirtiendo este cambio en eje de su competitividad futura.
No dejemos que los que no han hecho los deberes retrasen un camino que no tiene más salida que la transformación de un modelo económico caduco
No dejemos que los que no han hecho los deberes retrasen un camino que no tiene más salida que la transformación de un modelo económico caduco. Podemos liderar este cambio verde o someternos a la vuelta al pasado que defienden algunos, unos de manera más explicita y otros, los más peligrosos, por la puerta de atrás. Esperemos que tras la decepción de Bakú y el desánimo de Belém llegue la acción en Antalya, sede de la COP 2026.