Las autonómicas vascas de este 2024 cuentan con un factor diferencial respecto a las de 2020 y 2016. Ninguno de los candidatos, excepto Miren Gorrotxategi por Elkarrekin Podemos, estuvo presente en las anteriores citas electorales. Con la salida del lehendakari, Iñigo Urkullu, de las listas del PNV y la llegada de Imanol Pradales; la apuesta de EH Bildu para dar paso a Pello Otxandiano; o la aparición de nombres como Eneko Andueza (PSE-EE), Javier de Andrés (PP) o Alba García (Sumar) se ha abierto la puerta a una nueva tanda de políticos que tras la noche electoral dibujará un Parlamento vasco altamente renovado.
El caso aquí está en si los partidos, con el poco margen que queda para las autonómicas vascas, cuentan con el tiempo suficiente para hacer de sus candidatos la opción más segura para sacar adelante un nuevo Ejecutivo autonómico. Sobre todo porque, en el caso de que finalmente las elecciones se lleven a cabo a finales del mes de abril, tanto el PNV con Pradales como EH Bildu con Otxandiano tienen todavía mucho por hacer si quieren que sus respectivos candidatos se conviertan en una herramienta real para atraer al votante.
Así, con cinco de los seis cabezas de lista siendo debutantes al frente de unas elecciones de este tipo, aparece la cuestión de cuánta importancia le da la sociedad vasca a los candidatos y cuánta a las siglas de los partidos y los proyectos políticos de estos. Especialmente en unas autonómicas tan apretadas como se prevé que van a ser las de este 2024. Con EH Bildu ascendiendo de forma aparentemente imparable y el PNV cerca de perder su imbatibilidad.
La politóloga especialidad en Comunicación Política y Asuntos Públicos de SilvánMiracle, Ainara Villaño, recuerda en conversación con Crónica Vasca que aunque el sistema electoral de Euskadi y el conjunto de España no es el de unas elecciones presidenciales, las campañas son cada vez más personalistas y estas se enfocan más en el propio candidato que las siglas que este defiende. Sin embargo, la gran novedad en estas elecciones viene precisamente por los candidatos y en ese sentido, como incide Villaño "su gran reto es darse a conocer" e identificarse con un proyecto político "sólido" para Euskadi.
"Todavía no han salido datos de conocimiento hacia ellos. No sabemos qué porcentaje de la población conoce a cada candidato, pero podemos suponer que será bajito. En el caso de Imanol Pradales se presentó hace escasas dos semanas, y en el de Pello Otxandiano tiene alguna semana más de conocimiento. El reto para ellos pasa por darse a conocer primero y luego por que se les identifique con proyectos políticos sólidos", asegura.
Matar al padre
En el caso de los dos principales partidos con opciones a ganar estas próximas elecciones: PNV y EH Bildu, existe una gran diferencia entre sus candidatos. Mientras en el caso de Pello Otxandiano su llegada no ha supuesto la salida del líder abertzale, Arnaldo Otegi; con Imanol Pradales ocurre lo contrario. Su irrupción como cabeza de lista le lleva al reto de "matar al padre". Es decir, de convencer al votante del PNV y al resto del electorado que su nombramiento supone un cambio a mejor respecto al actual lehendakari, Iñigo Urkullu.
"El PNV ha hecho sus cálculos y han decidido que no contar con Urkullu no les va a pesar electoralmente. Esta legislatura le ha pasado factura al lehendakari en términos de gestión y hemos visto como han emergido nuevos temas como Osakidetza o la Educación. Dos joyas de la corona de Euskadi que se han estado en cuestión. Por eso digo que prescindir de Urkullu no ha sido una mala idea, pero sí creo que en términos del candidato y de liderazgo, el de Urkullu había sido muy fuerte y Pradales tiene el reto de liderar ahora al PNV", explica Villaño.
La "frescura" de Bildu
En el caso de Otxandiano el reto es en cierto modo parecido. Otegi, aunque no forma parte del Parlamento y no fue candidato en 2020 -la aspirante abertzale fue Maddalen Iriarte-, sigue siendo una figura muy fuerte en Bildu y en la política vasca en general. Por eso Otxandiano debe también diferenciarse y, consciente de ello ha estado trabajando mucho en mostrar un relevo generacional y en no vincularse con parte del pasado de su formación política.
Además, Bildu en las últimas convocatorias electorales, especialmente en las municipales y forales, demostró que su éxito va mucho más allá de los candidatos. Siendo capaz de tener un éxito indiscutible tanto en Vitoria, con Rocío Vitero a la cabeza, como en Gipuzkoa, con la citada Iriarte. Dos perfiles muy diferentes entre sí y también bastante alejados del de Otxandiano -sobre todo en el caso de Vitero-, que le sirvieron a la coalición abertzale para convertirse en la primera fuerza de ambas instituciones. Aunque luego esto no se tradujo en un Gobierno municipal o foral.
Ante esto, Villaño señala que en el caso de Bildu "puede que sí se vote más al partido que el candidato", puesto que en el caso, por ejemplo de Vitero, esta tenía un perfil mucho más relacionado con el ámbito municipal, que le permitió ser la candidata más votada en el 28-M. Mientras que Otxandiano está más relacionado con la gestión del partido. Sin embargo, incide en que ambos "tienen algo en común: la frescura".
Bildu se está sabiendo adaptar a la nueva agenda política, abriéndose a nuevos temas y a otro tono, como es la nueva agenda climática, los cuidados o las cuestiones de género. Su éxito se puede explicar por eso, por saber adaptarse a las nuevas tendencias tanto en comunicación como en la nueva agenda política que emerge en Euskadi", asegura.
La ventaja de PSE y PP
Otro de los problemas que rodea a Otxandiano y Pradales es que sus formaciones los han presentado con un margen mínimo para que el conjunto de la sociedad vasca les reconozca. Y como insiste Villaño "los liderazgos hay que trabajarlos con tiempo". Algo que PNV y Bildu no están haciendo, pero que el PSE–EE con Eneko Andueza, y el PP con Javier de Andrés, sí.
Estos dos partidos anunciaron a sus cabezas de lista -y en ambos casos líderes de sus respectivas formaciones políticas- mucho antes de que lo hicieran los jeltzales y los soberanistas vascos. Algo que les ha permitido trabajar los liderazgos con más tiempo. Sin embargo, todavía queda por ver cómo De Andrés y Andueza combinan su papel como candidato y como dirigentes del PP y el PSE respectivamente.
"Habrá que ver como ellos combinan el ser candidatos con ser los secretarios generales de sus partidos. Estamos todavía a la espera de ver los datos de conocimiento y valoración para saber cuál es la posición de la sociedad vasca en cuestión de los liderazgos. Un liderazgo siempre hay que lanzarlo con tiempo, hay que dotarlo de contenido y relacionarlo con el discurso del partido", destaca Villaño.
La "gresca" entre Sumar y Podemos
Por último, está el caso de Sumar y Podemos. Ambas formaciones han dedicado los últimos meses a unas negociaciones que finalmente han fracasado y ambas concurrirán por separado en las autonómicas de este año. Algo que deja todavía más fragmentado al espacio de la izquierda más allá del PSE y que pone en riesgo la representación de ambas fuerzas en el Parlamento.
En Sumar Mugimendua su gran retó está en presentar a Alba García como una candidata fiable y que merezca el voto de esta parte del electorado vasco. Se trata de una figura mucho menos conocida que la candidata de Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi, y esto puede suponer un grave problema para los de Yolanda Díaz. Porque mientras Gorrotxategi cuenta con una amplia trayectoria al frente de este espacio tanto en la Cámara vasca como en el Congreso, García es todavía una candidata que no se ha presentado públicamente y cuya formación tiene todavía que asentar sus bases en Euskadi.
"Lo que también está claro es que la sociedad no entiende la gresca entre ambos partidos y no le importa los problemas que tengan a nivel interno. Estos dos temas alejan a la ciudadanía de este espacio que ahora mismo en Euskadi se caracteriza por esa incertidumbre e incluso por la desafección de sus votantes. Puede que los que no se hayan ido a Bildu, si no se han ido ya, opten por no votar", sentencia Villaño.