El nuevo libro de Cerdán

El nuevo libro de Cerdán EFE

Política

Manuel Cerdán desentierra en un libro la verdad del 'borrón' de la guerra sucia contra ETA

Sagrario Ortega (Efe)
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La guerra sucia contra ETA dejó casi 80 personas asesinadas en 150 atentados. De ellas, 27 murieron por obra de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) que, junto con otros como el Batallón Vasco Español (BVE), emborronaron una página de la historia de España que el periodista Manuel Cerdán desentierra para sacar a la luz la verdad.

'Guerra sucia. Mercenarios contra ETA: De Franco a los GAL' (Plaza & Janés) es el título del libro de Cerdán, que recoge en 704 páginas las acciones y entresijos del terrorismo de Estado desde la primera acción del BVE en 1975 el intento de asesinato del etarra Josu Ternera, del que se han cumplido 50 años hasta 1987, cuando un error de los GAL acabó con la vida de Juan Carlos García Goena.

Cerdán ha puesto en orden treinta años de investigación periodística con el objetivo de que pueda servir como un libro de consulta para que se sepa como fueron los años más "abyectos" del fin del franquismo y de la democracia, según explica el autor en una entrevista con EFE.

Ha querido hacer un retrato fiel de una década "ominosa". Para ello, ha complementado su trabajo de años de investigación con entrevistas a protagonistas de esa guerra sucia, como el expolicía José Amedo, miembro destacado de los GAL, y otros profesionales de la seguridad que participaron en ella. Además, ha conseguido documentos inéditos que ha podido desclasificar personalmente.

Lo que no ha podido es hablar con quienes en la época de los GAL dirigían la seguridad del Estado: el entonces ministro del Interior, el socialista José Barrionuevo, o el número dos de ese departamento, Rafael Vera, ambos condenados en su día por la guerra sucia.

'Guerra sucia: de Franco a Suárez', 'Los GAL de Felipe' y 'El felipismo contra las cuerdas' son las tres partes en las que se divide la obra, que incluye asimismo copias de documentos inéditos y una relación de los atentados, especificando, por deseo expreso de Amedo, los que intervino el propio expolicía.

El escritor Manuel Cerdán

El escritor Manuel Cerdán EFE

¿De qué sirvió la guerra sucia?

"El GAL se llevó por delante a 27 víctimas, pero hay también otra víctima que intentó enterrar: la verdad", enfatiza Cerdán, quien insiste en que el objetivo del libro que se pone a la venta el jueves es intentar "recuperar la verdad para que se sepa lo que ocurrió en España y cómo a un gobierno democrático se le ocurrió crear escuadrones de la muerte para usar las mismas armas de ETA".

Escuadrones integrados fundamentalmente por sicarios que no lograron el fin que se perseguía en este terrorismo de Estado: acabar con ETA, porque la banda siguió matando hasta 2010 y solo la investigación de las fuerzas de seguridad y la justicia pusieron fin a su actividad.

Y no solo no consiguieron su propósito, sino que, como han relatado a Cerdán agentes y mandos de las fuerzas de seguridad en esa época, entorpecieron el trabajo que legalmente se estaba haciendo contra ETA.

Lamenta Cerdán que el gobierno (el socialista de Felipe González), que llegaba a España "a recuperar la libertad", lo primero que hiciera es "organizar un plan para crear grupos parapoliciales pagados con fondos reservados y matar a los terroristas que se escondían en Francia".

Un plan en el que se utilizó a las estructuras del Estado, a los servicios secretos, a la Guardia Civil, a la Policía Nacional y al Ejército. "Es totalmente intolerable", enfatiza el autor.

Por ideología, en los inicios de la guerra sucia. Por dinero, al final 

Diferencia el autor las dos etapas de la guerra sucia y precisa que en la preconstitucional y primeros años de democracia, los grupos neofascistas liderados por Stefano Delle Chiaie, o la Triple A Argentina o los exmiembros de las OAS francesa refugiados en España actuaban motivados por la ideología y para vengar acciones de ETA, como el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco.

Cerdán cree que el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, desconocía esta actividad, con la que querían también presionar al gobierno francés para que colaborara y no dejara que los etarras se pasearan a sus anchas por el territorio galo.

La segunda etapa, ya con el gobierno de González, estaba "totalmente profesionalizada", dice el autor, con mercenarios contratados. "Corre el dinero de los fondos reservados. Son sicarios que lo hacen por dinero, con comandos que no se conocen entre ellos. Un negocio para los que cobraban, pero también para los que pagaban, porque como se comprobó, hubo dinero que se quedó en el camino".

Mataban en Francia para trasladar allí el mismo terror y forzar la colaboración de ese país, que solo comenzó con la llegada de Jacques Chirac a la presidencia de la República, porque con François Mitterrand apenas la hubo. Finalmente, nuestros vecinos se pusieron las pilas. Para eso sí pudieron servir los GAL.

"Ellos (ETA) matan, nosotros matamos", era el lema de esa guerra sucia que ya no buscaba objetivos "selectivos" y actuaba de forma "chapucera", continúa Cerdán.

El señor X

¿Era Felipe González la X de los GAL? Así responde Cerdán: "Pues con las pruebas, los testimonios, las conversaciones privadas que he mantenido, con todo el caudal informativo que ha habido desde entonces, no hay otra respuesta que sí".

Y se pregunta "cómo iba a estar todo el Ministerio del Interior en pleno, los servicios secretos trabajando para los GAL y el presidente no lo supiera".

Cerdán ha recogido también la participación de las mujeres en los GAL, especialmente de las llamadas 'dama negra' y 'dama rubia'. En total, las mujeres cometieron ocho atentados. "No les temblaba el pulso", apostilla el autor.

En suma, la historia de la guerra sucia en España que bien merecería una serie, algo que no parece probable porque, según Cerdán, las plataformas y las cadenas de televisión "no quieren pisar campos de minas".

Lo que sí quiere el autor es que se produzca una "catarsis" para que los familiares de las víctimas lleguen a conocer la verdad y se resuelvan los atentados aún no esclarecidos. "Ya no es una cuestión de justicia, sino de humanidad", concluye.