Las torres de Red Eléctrica colocadas en 1972 pero que nunca llegaron a funcionar cuestan 60.000 euros al año
La sociedad eléctrica ha anunciado su intención de desmantelar las dos líneas de alta tensión que fueron instaladas entonces para transportar la energía de la central nuclear de Lemoiz a la subestación eléctrica de Gatika
12 enero, 2024 05:00Noticias relacionadas
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Hace más de cinco décadas que fueron instaladas, pero nunca llegaron a funcionar. Próximamente, las dos líneas de muy alta tensión que unen la central nuclear de Lemoiz con la subestación eléctrica de Gatika podrían ser retiradas. Así lo ha anunciado Red Eléctrica, la propietaria y encargada de realizar el mantenimiento de las 49 torres de 400 kV que a día de hoy siguen en pie.
Su desmantelamiento es uno de los compromisos adquiridos por Red Eléctrica para la aprobación del megaproyecto de interconexión eléctrica entre Francia y España a través del Golfo de Bizkaia. Habrá que esperar, eso sí, a que concluyan los trámites ambientales para conocer cuándo se llevará a cabo y cuánto costará esta operación de cirugía estética en un paisaje natural que está deseoso de recuperar todo su esplendor.
Son dos tendidos paralelos, Gatika 1 y Gatika 2, de 9,95 y 9,41 kilómetros respectivamente, que conforman un circuito de cerca de 20 kilómetros de cables, que atraviesan las localidades vizcainas de Lemoiz, Maruri-Jatabe y Gatika.
Esta doble instalación se llevó a cabo con el objetivo de conectar la subestación eléctrica de Gatika con la central nuclear de Lemóniz, coincidiendo con el inicio de su construcción en 1972. Sin embargo, la central, que contó con gran oposición social desde sus orígenes, finalmente tuvo que paralizar su construcción a causa de los sabotajes y atentados perpetrados por ETA, que se saldaron con el asesinato de nueve empleados.
A las cicatrices imborrables que quedaron grabadas para siempre en los asesinados y sus familias, se unió la profunda huella que los atentados causaron en los trabajadores y en sus familias, que tenían como sustento económico la central, perteneciente a la extinta Iberduero (actual Iberdrola). Pero a día de hoy las heridas siguen abiertas.
No sólo se mantiene en pie la colosal mole de cemento situada junto a la costa, a la espera de convertirse en una piscifactoría, tal y como anunció el Gobierno vasco, sino que además, se mantienen intactas y en perfecto estado de conservación, ese medio centenar de torres que se levantaron entonces, entre terrenos de pastos y bosques de pinos y eucaliptos.
Repercusión en la factura energética
Aunque nunca llegaron a transportar el flujo de energía que iba a producirse en la cala Basordas mediante la fisión del uranio, las revisiones periódicas de estas torres siguen realizándose en la actualidad. Un gasto que repercute en la factura eléctrica, donde se incluyen los costes derivados del desarrollo y mantenimiento de infraestructuras relacionadas con el suministro energético.
Lo cierto es que es difícil obtener el gasto total que han supuesto estos trazados desde su instalación original hace ya 52 años. Entonces pertenecían a Iberduero, pero después, pasaron a ser propiedad de Red Eléctrica (Redeia). Además, hay que tener en cuenta, que durante todo este tiempo se ha producido un incremento lógico del coste del servicio de mantenimiento.
No obstante, Crónica Vasca ha accedido a la circular de la CNMC, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que regula los valores para la operación y el mantenimiento de las empresas titulares de instalaciones de transporte de energía eléctrica.
Un documento que permite hacer los cálculos de lo que Red Eléctrica, sociedad compuesta por las aportaciones patrimoniales de un conjunto de empresas eléctricas, cobra desde 2019 por el mantenimiento de estos dos trazados, con sus respectivos cables y torretas.
El texto especifica un precio anual de 3.056 euros por kilómetro para líneas de 400 kV de circuito simple, por lo que teniendo en cuenta que en este caso son dos líneas y que entre ambas suman en total 19,36 kilómetros de cables, estaríamos hablando de que mantener estas dos líneas en perfecto estado de conservación supondría un gasto de 59.164,16 euros cada año.