Con el propósito de denunciar los crímenes que Israel está cometiendo en Gaza, un gran número de personas, a lo largo y ancho de la etapa pero especialmente en el lugar de la llegada, boicoteó este pasado miércoles en Bilbao el libre transcurrir de la Vuelta ciclista a España; algo que, puesto que hablamos de Bilbao, Euskadi y España, puede recordarse que nunca se hizo para denunciar los crímenes de la banda terrorista ETA… contra ciudadanos españoles, muchos de ellos vascos, casi siempre desarmados y siempre injustamente asesinados.
Y es que muchos ciudadanos vascos han tenido la costumbre, a lo largo de la historia, de solidarizarse con víctimas lejanas y olvidar a los vecinos de al lado; esto siendo optimistas porque, a veces, los que se solidarizaban con víctimas lejanas eran los mismos que aquí apoyaban a los terroristas.
Desde luego, la actuación que el Israel de Netanyahu está llevando a cabo en Gaza es injustificable e inaceptable desde todo punto de vista… por mucho que sus actos sean una supuesta respuesta a los terribles atentados que Hamas cometió contra Israel hace casi dos años y cuyas imágenes impactaron al mundo civilizado: Hamas asesinó entonces a sangre fría a 1.195 personas y secuestró a 251, niños incluidos.
Tras los crímenes, Israel respondió como suele: de forma implacable, quizás como Hamas esperaba y deseaba. Pero aquellos hechos no justifican los hechos actuales. Todo Estado tiene el derecho a la legítima defensa ante quienes pretenden destruirlo pero hay una serie de normas y leyes internacionales que deben respetarse; y, para luchar contra el terrorismo, debes emplear los mecanismos democráticos del Estado que sirvan para desarmar a los terroristas, detenerlos y llevarlos ante la Justicia.
Mucho menos cabe bombardear a la población civil con la excusa de que los criminales se esconden tras ella o la utilizan como escudos humanos. O condenarla a morir de hambre. E Israel, que ya había traspasado muchos límites antes de los terribles atentados de hace dos años, en esta ocasión los está traspasando todos
Ciertamente, a veces esto es difícil o casi imposible, especialmente cuando los terroristas no tienen otro objetivo ni otro modo de vida que, como es el caso, tratar de acabar con el Estado de Israel, para lo que emplean todos los instrumentos que llegan a sus manos, sin límites legales o morales de ningún tipo.
Sin embargo, es democráticamente como debe lucharse contra el terrorismo, y sólo cabe la eliminación física de los terroristas cuando se resisten a ser detenidos, son una amenaza inminente y no hay forma de detenerlos o en legítima defensa.
Mucho menos cabe bombardear a la población civil con la excusa de que los criminales se esconden tras ella o la utilizan como escudos humanos. O condenarla a morir de hambre. E Israel, que ya había traspasado muchos límites antes de los terribles atentados de hace dos años, en esta ocasión los está traspasando todos.
Así que debemos solidarizarnos con las víctimas inocentes que este conflicto que dura décadas está provocando, sin que en ningún momento lleguemos a justificar ni los actos criminales despiadados de los terroristas ni los actos criminales de una Estado democrático que, en los últimos tiempos, ha dejado de comportarse como debería comportarse un Estado que calificamos de ese modo.
Además, en el propio Israel se han alzado voces que claman contra Netanyahu, dado que no comparten las actuaciones llevadas a cabo por el ejército ordenadas por el Gobierno. Al fin y al cabo, Israel sigue siendo formalmente una democracia y en su interior se garantizan los derechos y las libertades públicas, cosa que no venía ocurriendo en la Palestina controlada por Hamas, donde las mujeres vivían excluidas y se ejecutaba a quien pensara diferente, homosexuales incluidos.
Pero si de Hamas no podía esperarse otra cosa, a Israel se le debe exigir como a cualquier democracia de nuestro entorno, aunque en su política en Palestina queda lejos de comportarse como un Estado democrático.
El equipo israelí Israel Premier Tech que participa en la Vuelta fue admitido en su momento y, desde luego, no son sus miembros responsables de lo que su Gobierno hace, por lo que las actuaciones que pretenden presionarlos para que abandonen la prueba deportiva son inadmisibles.
Lo de Kiko García, director técnico de la carrera, invitando al equipo israelí a abandonar la prueba tras haber sido acosados violentamente y para evitar males mayores, son de juzgado de guardia, y a mí, personalmente, me recuerdan a otros tiempos, como cuando a amenazados por ETA se les invitaba a cambiar de domicilio para no poner en riesgo a sus vecinos. Es más, la Vuelta no pasó por Euskadi durante largos años por la amenaza terrorista, cosa que algunos tratamos de cambiar en el Parlamento Vasco.
Solidarizarse con las víctimas y denunciar a los verdugos es, desde luego, no sólo sano sino necesario, y ojalá se hiciera en todos los casos y en todos los lugares. Pero no cabe en ningún caso emplear la violencia para boicotear una prueba deportiva
Otra cosa es que las autoridades responsables y competentes hubieran decidido la exclusión del equipo como forma de sancionar y, de paso, presionar a Israel para que detenga sus operaciones en Gaza, como se decidió con Rusia, cosa que, por cierto, apoyo totalmente, por su criminal invasión de Ucrania. Pero no es el caso, por lo que sólo queda garantizar que la Vuelta transcurra de forma segura y sin riesgos para aficionados y ciclistas.
Solidarizarse con las víctimas y denunciar a los verdugos es, desde luego, no sólo sano sino necesario, y ojalá se hiciera en todos los casos y en todos los lugares. Pero no cabe en ningún caso emplear la violencia para boicotear una prueba deportiva, con actos que pudieron provocar no sólo heridos sino hasta muertos, y no estoy exagerando.
Protestas había habido en otras etapas anteriores pero, viendo el resultado de la etapa con final en Bilbao, la Ertzaintza, responsable de garantizar la seguridad, ha fallado estrepitosamente, y su consejero, Bingen Zupiria, deberá dar explicaciones precisas en el Parlamento Vasco, y, una vez escuchado y en función de lo que diga, pedir su dimisión irrevocable.